Ardua tarea
jeres valientes marcharan en defensa de su derecho a votar», añadió mirando a Harris. «¡No me digáis que las cosas no pueden cambiar!»
«Hemos vuelto a aprender que la democracia es valiosa, que la democracia es frágil», dijo Biden sobre los acontecimientos del 6 de enero, la traca final del intento de Trump de dar la vuelta a los resultados de las urnas. «Pero en este momento, amigos, la democracia ha vencido», aseguró.
La cruzada de Trump
De esa victoria, sin embargo, sale debilitada. La cruzada de Trump por revertir el resultado electoral ha calado entre sus votantes, pese a que ni su propia Administración, ni las autoridades de los estados –incluidos la mayoría de los republicanos–, ni los tribunales –empezando por el Supremo, de mayoría conservadora– encontraran evidencias del «robo» electoral masivo que ha predicado desde la noche del 3 de noviembre. Casi el 80% de los votantes republicanos, según las encuestas, creen que la victoria de Biden no es legítima.
«Las últimas semanas y meses nos han enseñado una lección dolorosa», dijo el presidente en referencia a esos esfuerzos, aunque nunca citó a Trump. «Hay verdades y hay mentiras, mentiras que se dicen para conseguir poder y beneficios».
«Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad como ciudadanos, como estadounidenses, y en especial como líderes que han jurado honrar nuestra Constitución y proteger nuestra nación, defender la verdad y derrotar las mentiras», prosiguió.
Tendrá una labor ardua por delante, con buena parte del país que no se cree los resultados electorales y con un creciente calado de teorías conspiradoras y de cuestionamiento de la ciencia, desde la creencia en QAnon –la teoría infundada de la existencia de una red de pederastia en las altas esferas de la élite política, que iba a ser desmantelada por
Trump– hasta el simple rechazo del uso de la mascarilla frente al Covid.
«Tenemos que rechazar la cultura en la que los propios hechos se manipulan, e incluso se inventan», dijo.
Biden no obvió la encrucijada política en la que se encuentra el país. «Sé que hablar hoy de unidad puede sonar como una fantasía ingenua. Sé que las fuerzas que hoy nos dividen son profundas y reales», dijo sobre un país polarizado, con una brecha política que ha partido familias, ha disparado la violencia extremista y ha convertido la cooperación entre partidos en una aventura imposible.
A pesar de ello, insistió una y otra vez en la necesidad de que el país, que se ha dado la espalda, se una. «Debemos acabar con esta guerra incívica de rojos contra azules, de campo contra ciudad, de conservadores contra liberales», dijo, y abogó por «empezar de nuevo: comencemos a escucharnos, a vernos, a mostrar respeto los unos por los otros».
Protocolo con sordina
«El camino es la unidad», sentenció Biden sobre la manera de sortear las crisis que azotan al país. Es difícil saber si su llegada al poder será un punto de inflexión en la división de Estados Unidos. Los líderes republicanos al menos buscaron escenificar unidad institucional alrededor del nuevo presidente. El vicepresidente saliente, Mike Pence; y sus dos máximos exponentes en el Congreso, el senador Mitch McConnell y el diputado Kevin McCarthy, no fueron a despedir a Trump a la base aérea de Andrews (Maryland) y sí comparecieron en el Capitolio con Biden.
Tras su discurso, el nuevo presidente cumplió con el boato de las investiduras –la visita a Arlington, el desfile inaugural, la recepción de regalos, las fotos en la escalinata, la entrada en la Casa Blanca–, todo con la sordina de realizarse sin público. Un comienzo sobrio y gris de una presidencia que recibe un país dividido y en crisis.
El mandatario rechaza «la cultura en la que los hechos se manipulan o se inventan»
Buena parte de la sociedad denuncia un «robo» de las elecciones y cree en teorías conspiradoras
Segundo presidente católico de la Historia
Joe Biden es el segundo presidente católico de la Historia de EE.UU., después de J. F. Kennedy. El nuevo presidente acudió ayer a misa en la catedral de San Mateo, en Washington, acompañado de su mujer y de los jefes demócrata y republicano del Congreso, un gesto que simbolizó el esfuerzo que harán ambos partidos para colaborar en el futuro.
Medio millar de simpatizantes en la despedida de Trump, que voló a su residencia en Florida
Alrededor de 500 simpatizantes de Donald Trump despidieron en la mañana de ayer en un aeropuerto militar al presidente saliente, en su último viaje a bordo del Air Force One. Trump decidió no acudir a la investidura de su sucesor, Joe Biden, en un gesto criticado por la práctica totalidad de los medios de comunicación norteamericanos, y en su lugar abandonó temprano Washington en dirección a su lujosa residencia en Florida de Mara-Lago. En medio de un viento fuerte y glacial, medio millar de seguidores de Trump quisieron darle el último adiós, aunque en su mensaje afirmó que «de alguna manera volverá». Una orquesta militar tocó el «Hail to the Chief», mientras se oían las protocolarias 21 salvas de cañón.