Competencia...
evitar la quiebra de PSA y multiplicar su beneficio tras la crisis económica. Un milagro que luego repitió con Opel, la marca que el consorcio galo adquirió a General Motors en 2017. Y ahora confía en volver a hacerlo con las plantas italianas. «Pueden conseguir la eficiencia, primero porque quieren y segundo porque vamos a hacer un estudio que les permitirá mejorar su calidad y sus costes», dijo.
A favor de las plantas italianas juega el crédito que Italia concedió en junio a FCA, por valor de 6.300 millones de euros, a cambio de garantizar el empleo. Ahora, el propio Estado italiano busca una participación en el accionariado de la nueva empresa, al igual que la tiene el francés (del 6,2%), lo que supone también una garantía para las plantas francesas. Por el contrario, la planta serbia de Kragujevac tiene, para los analistas de LMC, un futuro menos prometedor. También las dos instalaciones británicas, a las que el propio Tavares desvinculó del escudo protector de la fusión, después del Brexit y, sobre todo, de que el Gobierno británico haya decidido acelerar la prohibición de los coches térmicos a 2030. «Hay situaciones en las cuales los países destruyen las situaciones de negocio», advirtió. Además, en previsión de la fusión, el consorcio se desprendió a principio de año de su participación en la planta que gestionaba con Toyota en República Checa.
El otro gran reto del consorcio está en China. «Los resultados que hemos tenido allí son decepcionantes», admitió Tavares. «Tenemos que analizar las causas de estas dificultades, pero ahora mismo no descartamos ninguna posibilidad», afirmó, sobre la vuelta del grupo al país con «una nueva estrategia ganadora».
FCA añade diez plantas en Europa, con las que las tres españolas habrán de competir
A cambio, podrán fabricar modelos de las nueve marcas italoamericanas