El multitudinario banquete de Wuhan donde empezó todo
Los vecinos hablan un año después del estallido: «Nadie nos avisó de que el virus era tan mortal»
En Wuhan ya había muerto una persona y se contaban decenas de contagios de una extraña neumonía cuando, el 18 de febrero de 2020, se cumplió con la tradición de celebrar el multitudinario banquete del barrio de Baibuting. Desde hacía dos décadas era uno de los festejos con más sabor y color del Año Nuevo Lunar y, para conmemorarlo aspiraba a un récord en el Libro Guinnes: 14.000 platos cocinados por 40.000 familias y expuestos en directo para la televisión local en diez puntos del barrio. Tan especial ocasión no la iban a aguar ni el goteo de casos que se venían diagnosticando desde diciembre, que oportunamente se paró entre el 2 y 16 de enero, ni el descubrimiento de que se trataba de un nuevo coronavirus, secuenciado genéticamente el día 10 por la Universidad de Fudan, en Shanghái. A los dos días del festín empezaron a proliferar los casos de fiebre en Baibuting, donde viven 130.000 personas en sus cuatro kilómetros cuadrados, y el 23 de enero se cerró la ciudad. Era, oficialmente, el estallido de la epidemia en China, de la que muchos culpan al banquete de Baibuting como en España se hace con la gran manifestación feminista del 8M.
«Sabía que circulaba un nuevo virus, pero nadie nos dijo que era muy peligroso. Seguía trabajando y haciendo mi vida normal porque no había información oficial alertando de que el virus era tan contagioso y mortal», cuenta a ABC el señor Yang, un vecino de Baibuting de 30 años que trabaja como vendedor.
A su juicio, «la normalidad con que se celebró el banquete demuestra que las autoridades no prestaron atención al virus, ignorando u ocultando las alertas de los médicos», dice refiriéndose al difunto Li Wenliang y a los otros doctores reprendidos por la Policía. Hasta el 20 de enero, y después de negarlo durante tres semanas, las autoridades no reconocieron que el virus se contagiaba entre humanos.
Como ya sabemos un año después, el coste de tal demora fue enorme y este mismo error de China, no alertar para no dañar la economía ni la estabilidad social, se repitió en casi todos los países.
Con más de dos millones de muertos desde entonces, uno de los primeros fue un primo del padre del señor Yang. «Se infectó y, como había tanta gente en los hospitales, no pudo con