Barceló modela el lenguaje kafkiano en el Museo Picasso de Málaga
«Metamorfosis» reúne un centenar de obras del artista, realizadas entre 2014 y 2020
en la Plaza Nueva conlleva, reconoce la presidenta de la asociación, «más gasto, porque hay que contratar más personal de limpieza y seguridad, además de los elementos de mobiliario necesarios». Por contra, el presupuesto del certamen será un poco más bajo que el pasado año, de unos 139.000 euros.
A pesar de estas limitaciones, Alcaide confía en que las cifras de participación se mantengan respecto a ediciones anteriores. En la última celebrada en 2019 se ubicaron en la Plaza Nueva cuarenta y siete expositores, la mayoría de librerías, pero también de editoriales, administraciones públicas e instituciones.
«Las librerías y las editoriales tenemos muchas ganas y necesidad de hacer la feria. El pasado ha sido un año sin presentaciones, sin firmas y sin actividades... Para nosotros la feria es un balón de oxígeno que nos permite facturar».
En ese sentido, los responsables del certamen ya están en conversaciones con los patrocinadores y trabajan para cerrar en los próximos meses la programación. Entre ellos, destacan el Ayuntamiento, el principal apoyo, y el Centro Andaluz de las Letras de la Consejería de Cultura, la institución que más actividades organiza en la feria.
También confían en poder tener un país invitado, como se hizo con Portugal en 2019 y se pretendía hacer con la literatura en francés el pasado año. «La idea es retomarlo», comenta Alcaide, pero ante la incierta situación sanitaria, «las agendas de actividades se van a cerrar con muy poca antelación».
Hace más de un siglo que un incomprendido Franz Kafka se valió de la transformación de Gregorio Samsa en un insecto para configurar su obra universal sobre los conflictos del hombre con el mundo moderno. Miquel Barceló modela ese lenguaje del autor checo en la amplia selección de obras que componen «Metamorfosis», la nueva exposición del Museo Picasso de Málaga.
El artista mallorquín plasma en casi un centenar de piezas esos conceptos de mutación y transición que anexan la obra kafkiana con su propio universo creativo. Una selección de treinta cerámicas da cuerpo a la muestra, en la que ha colaborado la Fundación La Caixa. Es la primera que presenta el museo desde el inicio de la pandemia, trayendo a Barceló de vuelta a Málaga doce años después.
Sofisticada simbología
La rudeza del barro compite con la sofisticada simbología de cada una de las piezas, que dan vida a todo tipo de figuras animales, vegetales e incluso humanas, como «Don Q de la M», casi un busto del ingenioso hidalgo cervantino. «En las exposiciones de Miquel Barceló suele haber sólo una o dos obras de cada serie, así que la idea de ver muchas es una oportunidad», dijo ayer en la presentación de la muestra, su comisario, Enrique Juncosa. La colección de cerámicas ensalza la inquietud experimental de Barceló, que ha dado forma a las piezas en su estudio de Vilafranca de Bonany (Mallorca). Las más recientes tienen además un carácter más colorista, alejado de los tonos terracota. Como columnas dóricas se alza también en la sala principal la serie «Tótems», una colección de cerámicas de gran formato realizadas a partir de bloques superpuestos, que evocan la arquitectura clásica, deidades y personajes mitológicos.
«A veces considero la cerámica una caricatura de la pintura. Me parece una forma de quitarme de encima las cosas, de transformarlas en algo irrisorio y así empezar de nuevo», señala Barceló. «También puede entenderse (la cerámica) como una pintura pasada por el fuego, lo que tiene mucho sentido ya que yo he pasado antes mis pinturas por el humo o por las termitas. Me interesa porque es frágil. De hecho, es un milagro que estén aquí», subraya el artista balear.
Según Enrique Juncosa, «Kafka trabaja con el lenguaje como si fuera un material, y eso es algo equivalente a Barceló». A pesar de la numerosa colección de cerámicas, es la selección