ABC (Sevilla)

NIÑOS SIN NAZARENOS

Como en 2022 tampoco haya cofradías, habrá niños de tres años que en su vida hayan visto un nazareno

- ANTONIO BURGOS

L Amaldita pandemia ha conseguido lo que no logró Pilatos al lavarse las manos, porque era palangana total, y no absolver a Jesucristo: que nos quedemos sin Semana Santa. Pilatos por poco nos deja sin Semana Santa y parece como si los bichos malos de la cepa británica nos lo hubiera mandado Don Poncio desde Jesuralén, donde vacunan a la gente de tres en fondo y no se cuela nadie, ni tienen que decirle:

—¡A la cola, a la cola, que está sola!

Por segundo año, el Covid-19 nos deja sin Semana Santa. Bueno, sin Semana Santa, sin Vía Crucis del Consejo, sin Pregón de Julio Cuesta, sin hermandade­s que sacan en Vía Crucis a sus Cristos por la feligresía, sin capirotes en la Alcaicería, sin palcos en la Plaza, sin sillas en la carrera oficial, sin cartel. Pero si todo quedara ahí... Nos quedaremos también sin Feria, sin Rocío, sin Corpus de juncia y romero, sin Velá de Santa Ana en Triana y quién sabe si hasta sin procesión de la Virgen de los Reyes con sus nardos de agosto. Por no hablar de los toros, que nos quedaremos sin temporada, al menos tal como la entendíamo­s hasta ahora, larga, de «sin ferolillos» y «con farolillos». Eso si no

Fe de ratas nos quedamos también sin la mamarracha­da del cartel de «Toros en Sevilla» que encarga la Real Maestranza de Caballería para mosqueo de los buenos aficionado­s que añoran a Ruano Llopis o a Casero.

—O sea, que nos podemos también quedar sin su tradiciona­l artículo pitorreánd­ose del mamarracho de cartel.

Puede ser. Es la segunda vez que la pandemia dichosa nos roba la primavera y hasta la noche del pescado frito en las casetas de los feriantes endomingad­os de punta en blanco. Y ojalá que sólo sean dos las primaveras que nos perdamos. Estoy pensando algo terrible: como en 2022 tampoco haya cofradías, habrá niños de tres años que en su vida hayan visto un nazareno. Segurament­e que los primeros que vean les darán miedo, como se contaba que era el origen de que les ofrecieran caramelos, para quitarle el miedo a los chavales.

Pero como en Sevilla todo es como es, en esta Semana Santa sin cofradías y sin nazarenos, y sin Cuesta del Bacalao, y sin calle Parras, y sin el Tiro de Línea viniendo a Sevilla a acompañar a su Cautivo, y sin hermandade­s de vísperas, y sin palquillo en La Campana, esta Semana Santa rarita que vamos a tener, tan poco ligada a la religiosid­ad popular que le da razón de ser, vamos de estrenos. ¿Habrá algo más cofradiero que un estreno? El estreno lo ha promovido la Archidióce­sis en sus indicacion­es a las hermandade­s para la Cuaresma y la Semana Santa. Todo será de un modo distinto al año pasado, el de los templos cerrados y los cientos de ramos de flores de los devotos en sus puertas, el de la ciudad más triste que nunca. Este año, muy poco paso montado y mucha celebració­n del Triduo Santo. ¡Con lo bonito que hubiera sido hacer tradición de lo que hicimos el año pasado! Pues nada. Todo muy rarito y muy de por ahí. Que no se me enfade nadie si digo que muy poco nuestro. Nuestro, nuestro, las siete vueltas a la manzana que con la distancia social dará el Domingo de Ramos la cola para rezarle al Gran Poder.

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