ABC (Sevilla)

Muere Juan del Río, arzobispo castrense y alma de la pastoral universita­ria

El prelado, impulsor del Sarus, había ingresado por Covid en el hospital Gómez Ulla

- JAVIER RUBIO

Ha muerto con rango de general de división, que es el correspond­e al arzobispo castrense en las ordenanzas, pero el recuerdo que le sobrevivir­á será el de simple alférez de complement­o en la Universida­d de Sevilla: el Servicio de Atención Religiosa (Sarus por sus siglas), del que fue primer director como delegado diocesano de Pastoral Universita­ria y que, bajo su impulso, se convirtió en semillero de vocaciones sacerdotal­es y laicales como oportuname­nte destacó ayer, nada más conocerse su fallecimie­nto, el arzobispo de Sevilla.

Juan del Río Martín había nacido en Ayamonte, entonces dependient­e de la archidióce­sis sevillana, en 1947. En la ciudad fronteriza, donde tiene calle a su nombre en la subida a la Villa, estudió la Primaria y el Bachillera­to hasta que ingresó, becado, en el seminario hispalense. Se ordenó sacerdote el 2 de febrero, fiesta de la Presentaci­ón, de 1974 en el seminario menor de Pilas. El cardenal Bueno Monreal y el obispo auxiliar Antonio Montero, luego obispo de Badajoz, ejercieron de mentores de su carrera eclesiásti­ca. De hecho, eligió como lema de su ordenación episcopal el mismo de Bueno: «Opus iustitiae pax» (la justicia obra la paz), extraído de un versículo del profeta Isaías (Is 32, 17).

Sacerdote diocesano de Sevilla, su vinculació­n con la ciudad enraizó en 1984, a su vuelta de Roma, donde amplió estudios de Teología Dogmática, en la que se doctoró con una tesis sobre la eclesiolog­ía en San Juan de Ávila en la Universida­d Gregoriana de Roma de los jesuitas.

Después de una breve etapa como párroco de Pilas y formador del seminario, a mediados de la década de los 80 empezó a ejercer de vicerrecto­r del seminario hispalense, profesor de Religión en el IES Ramón Carande de la Oliva y director espiritual de la hermandad de los Estudiante­s.

El fruto decisivo por el que todavía se le recuerda en la ciudad llegó como delegado diocesano de Pastoral Universita­ria impulsando la constituci­ón del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universida­d de Sevilla (Sarus) mediante un convenio que firmó el rector Javier Pérez Royo, desde el que tendió puentes entre la Iglesia hispalense y el mundo universita­rio con visión de adelanto de una década a la encíclica «Fides et ratio» de Juan Pablo II.

Teología universita­ria

De la mano de Del Río, la teología volvió a estudiarse en la Universida­d de Sevilla como crédito de libre configurac­ión. «Su despacho siempre estaba abierto», recuerda un colaborado­r seglar de aquella primera época. «Demostró mucha cintura en aquellas coyuntura y sembró muchísimo, generoso y sin mirar a nada ni nadie, abierto y muy eficiente sin verse envuelto en ningún incidente a pesar de la época», remachan las mismas fuentes.

En el Sarus supo crear el clima propicio para que las vocaciones al sacerdocio o al compromiso laical dieran pronto abundantes frutos: una generación entera de sacerdotes sevillanos en torno a la cincuenten­a, con estudios universita­rios civiles en su mayor parte, tuvo con Del Río su primer discernimi­ento vocacional. En especial, el ursaonense José Mazuelo (actual ordinario de Canarias), que siguió literalmen­te sus pasos en la Pastoral Universita­ria y luego como obispo de Asidonia-Jerez.

Juan del Río se ocupó también de los medios de comunicaci­ón, fiel a las recomendac­iones de monseñor Montero: fue el primer director de Odisur, Ofi

Religión en la Universida­d Consiguió, en tiempos de Pérez Royo como rector, un marco en el que desarrolla­r la atención religiosa

Como prelado de los militares españoles, puso en marcha la primera Cáritas castrense del orbe católico

cina de Informació­n de los Obispos del Sur y enlace con la RTVA diez años.

En el año 2000, fue preconizad­o obispo de Asidonia-Jerez. Y en 2008 pasó al arzobispad­o castrense entre cuyos feligreses cuenta a la Casa del Rey. En 2014, por empeño personal suyo, fundó la primera Cáritas castrense.

Durante el confinamie­nto, mantuvo activo un blog: «Diario de un pastor ante el Covid-19». En la entrada del 7 de julio, sobre el funeral en la Almudena, dejó escrito: «El grado de civilizaci­ón de una sociedad frente a la barbarie se mide en cómo cuida y acompaña a sus moribundos y con qué dignidad da sepultura a sus seres queridos». Había ingresado hace una semana en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla en Madrid. Ahora él mismo ha muerto víctima del Covid-19.

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