De hospital de lujo a edificio en ruinas y, de nuevo, a hospital
Arriba, el estado de una de las plantas hace seis meses. A la izquierda, estado actual de la planta segunda, donde se encuentran las UCI
La foto de arriba, de hace seis meses, no es ningún montaje; la de la izquierda (de este jueves), tampoco. Quienes lo pisaron antes de su cierre hace quince años decían del Vigil de Quiñones que era como un hotel de cinco estrellas con un vestíbulo impresionante y todas sus habitaciones individuales, el hospital mejor equipado de Sevilla. Viéndolo ahora, restaurado por fin tras década y media de abandono que hizo de él un edificio ruinoso del que desaparecieron cables eléctricos, tuberías y equipamiento sanitario, se puede decir que sí, que lo parece. Por la anchura de sus pasillos y espacios, por la altura de sus techos, por la amplitud de sus habitaciones y por su extraordinaria luminosidad. Es muy alegre este hospital, que no lo parece sin enfermos en sus habitaciones ni batas blancas por los pasillos. Sin embargo, cuando uno llega a la segunda planta y entra en las UCI, equipadas con respiradores y monitores de última generación, se da cuenta de dónde está realmente y de lo que a partir de mañana se disputará aquí: una batalla diaria contra la muerte de la que muchos escaparán y algunos, por desgracia, no. La apertura, aunque sea parcial, de este centro sanitario, con 144 camas y 25 de UCI en esta primera fase, no puede ser más oportuna porque el coronavirus está sacando de quicio a todos los hospitales sevillanos. Los circuitos Covid del antiguo Militar son los más modernos de todos ellos y los estrenarán los casi 280 profesionales que estarán aquí desde mañana.