DOS JUANES POR LOS CIELOS
Cuando Juan del Río llega a los Estudiantes, allá por los años ochenta, se produce en la hermandad una conjunción de astros de estas que solo se producen una vez cada varios siglos. Acababa de coger la vara de hermano mayor un joven Juan Moya Sanabria dispuesto a hacer desde dentro la revolución pendiente. Y a resistir envites como los del entonces rector Javier Pérez Royo (que se presentaba allí los Martes Santos en zapatillas deportivas) con pretensiones de echar a la cofradía de las instalaciones: «Si nosotros salimos, el siguiente en salir eres tú». La hermandad tenía que cimentar su existencia universitaria con argumentos sólidos y ahí cogió la mezcla y el palustre el gran Juan del Río.
A Juan se le notaba que era de Pablo VI, un cura del Concilio que sabía sonreír y no usaba la cara de vinagre como ocurre tanto ahora. (Advierto que lo del vinagre lo acuñó el Papa Francisco). La comunicación le encantaba y la entendía como un instrumento que en manos de la Iglesia podía ser más eficaz que cien legiones de misioneros. Muchos lo hubieran querido como arzobispo de Sevilla, pero no estaba en los planes de los cielos que ahora recorre con su cámara de fotos al hombro en compañía de su tocayo. Juan Moya y Juan del Río, dos astros de la última época dorada de la Semana Santa, de nuevo están juntos arriba. A ver si la alineación se planetas la notamos también aquí abajo.