TIEMBLAN LOS CIMIENTOS
que estudia en la facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, no considera que las medidas aplicadas para frenar la expansión del coronavirus en las universidades andaluzas cercenen el futuro de una generación sumamente acostumbrada a los entresijos de la informática. Un problema mayor es, en su opinión, la falta de compromiso de parte del profesorado con la materia que imparte. Dicho de otra manera: «Se puede aprender on line con un buen profesor y no hacerlo de manera presencial con uno malo. A mí me pasa».
Para cursar sus estudios a distancia, Jaime cuenta con una habitación y un ordenador para él solo en su piso familiar. Pero no todos los estudiantes disfrutan de esta posibilidad.
Antonio David Cámara, profesor de sociología de la Universidad de Jaén, alude a esta asimetría como un factor negativo de la enseñanza virtual derivada de la pandemia, ya que, resalta, los medios de adaptación no están ni uniforme ni aleatoriamente distribuidos, sino vinculados a la clase social.
Ciencias sociales
Por lo demás, este docente no considera que en las ciencias sociales el impacto de las medidas limite el porvenir de los educandos. Antes bien, expone que puede ser incluso un vector de posibilidades porque constituye una fuente de resiliencia, de adaptabilidad a un contexto sobrevenido, lo que les permitirá utilizar posteriormente esta fuerza en el ámbito laboral. Admite, no obstante, que también es posible que propicie el abandono de los estudios, pero en esto coincide con Jaime: el abandono depende de muchos factores, «como el de que se te atragante un profesor o una asignatura».
Para Cámara, la influencia de la suspensión de las clases en los universitarios depende de la carrera que estudien. En el caso de Francisco Miguel, que cursa doble grado de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Granada, esta medida repercute negativamente porque las asignaturas se imparten mejor en distancias cortas. A lo que que se une la precariedad de internet («a veces se cae la página») y la, en su opinión, falta de preparación de determinados profesores para impartir clases por la red.
NA de las reflexiones más manidas desde que irrumpió la pandemia hace ya prácticamente un año es aquella que ahonda en la paradoja de que un fenómeno natural nos haya enterrado en el barro precisamente cuando creíamos dominar la Naturaleza. Estábamos a punto de clonar humanos para mandarlos a currar los lunes y un simple resfriado nos ha dejado sin trabajo, cuando no sin abuelos, padres o sin vida propia.
Surfeando entre olas de contagios, muerte y destrucción de empresas, nos hemos ido acostumbrando a la mascarilla y hasta hemos creído que rebozándonos con gel hidroalcohólico podríamos matar al virus. Cuando nos anunciaron ufanos que aquí estaba la vacuna, casi que volvimos a olvidarnos de que sólo somos un juguete en manos del cosmos. Volvía a vencer el hombre. Perdón, el género humano. Pero vino Pedro Sánchez a ponerle pegatinas a las cajas de viales. Y desde entonces ya ven ustedes cómo estamos otra vez.
No tenía por qué ocurrir. Ni por qué no hacerlo. En menos de un mes, al Covid se le han unido Filomena, que ha paralizado medio país durante varios días, y los terremotos de Granada, que mantienen entumecida de pánico a una comarca, temerosa de que el suelo se le abra bajo sus pies. ¿Qué más nos puede pasar?, se pregunta la plebe. ¿Para cuándo la plaga de langostas o el apocalipsis zombi? Mejor tomárselo a risa, ya que no podemos ir a los bares.
Ante el caos reinante (y no sólo por lo de las horas de cierre de la hostelería), el Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental ha elaborado un decálogo de propuestas (afortunadamente son diez) con las que afrontar el miedo. Y entre otras cuestiones, nos pide reconocer que no tenemos el control. «El día a día, por muy organizado que te parezca, tiene cierto grado de incertidumbre», afirman. Aunque tiemblen nuestros cimientos, una advertencia más sensata que lo de esos vendedores de crecepelo mágico en torno al «riesgo cero», «Andalucía está preparada» o «hemos derrotado al virus».
U«Es una involución en el camino abierto por profesores que han apostado por estrategias de vanguardia educativa»