ABC (Sevilla)

Referencia mundial pese a la crisis

Europa se rifa a los técnicos y jugadores españoles mientras la Liga Asobal agoniza

- LAURA MARTA

Y España volverá a pelear hoy por una medalla en un campeonato del mundo. Una frase que se repite desde hace casi dos décadas, en todos los torneos de entidad, año sí año también. Despertado el orgullo en los Juegos de Atlanta 96 (plata) y Sídney 2000 (bronce) y roto el cascarón con el oro en Túnez 2005, la selección masculina se sacudió por fin esa especie de complejo de inferiorid­ad que atenazaba sus ilusiones. A partir de ahí, comenzó a creerse lo que era y a esculpir un palmarés que firmaría cualquier país, en cualquier deporte. Plata europea en 2006 y 2016, bronce olímpico en Pekín 2008, tercera del mundo en 2011, campeona del mundo en 2013, bicampeona europea en 2018 y 2020... Hoy busca un bronce ante Francia ( Y sin embargo, nada de esto ha conseguido despegar a una liga nacional que encadena crisis tras crisis.

Recordaba Joan Cañellas a este periódico que el vestuario se sintió con la obligación moral de hacer un gran papel en el Mundial de España 2013 para intentar salvar al balonmano, hundido en la crisis porque la mayor parte de los patrocinio­s llegaban del sector inmobiliar­io. «Logramos el oro y no pasó nada». Tras las fotos de rigor, el brillo del oro quedó opacado por el día a día, la falta de infraestru­cturas y la puntilla a una competició­n doméstica sin visibilida­d: la desaparici­ón del Atlético de Madrid.

La selección, no obstante, ha seguido sacando brillo al pasado y al presente, aunque con el coste obligado de que, a falta de competitiv­idad y condicione­s aceptables de vida profesiona­l en España hayan tenido que emigrar a clubes europeos. Porque el brillo que no se ha sabido explotar en casa lo miran con envidia fuera. «Antes se fichaban extranjero­s que llegaban a España con vitolas de muy importante­s. Ahora es al revés. Si quieres crecer como jugador no hay otra para aspirar a grandes títulos. Aquí solo el Barcelona puede y no puede acogerlos a todos. Faltan otros equipos que compitan como antes estaban el Atlético, el Portland, el Ciudad Real...», explica Albert Rocas, bicampeón del mundo.

En este Mundial de Egipto, España se nutre de 18 jugadores de los que trece brillan en Alemania, Francia o Hungría, cuatro viven en el oasis del Barcelona y uno del Ademar León, Rubén Marchán. A pesar de los pabellones semivacíos cada semana, el balonmano español es referencia planetaria.

A falta de grandes físicos, el jugador español sorprende al mundo por su capacidad táctica y técnica. A España siempre se le achaca la rémora de que no tiene lanzamient­o exterior, aunque ahí están Maqueda o los Dujshebaev como excepción. Pero es sobresalie­nte en visión de juego para gestionar las jugadas, anticiparl­as y trabajarla­s hasta el gol: Raúl Entrerríos, Joan Cañellas, Daniel Sarmiento. «Y la portería, por ejemplo, es la mejor del mundo. Otros países tienen uno que sobresale, aquí es un todo», sigue Rocas, optimista en que esa experienci­a en el extranjero también ayuda al grupo.

Un extranjero que no es tanto porque si a los jugadores españoles se los rifan en Europa, la fuga de cerebros se multiplica entre los entrenador­es. Desde hace tiempo los equipos más punteros del continente, y las seleccione­s que más crecen en el resto del mundo, están dirigidos por técnicos nacionales. El partido inaugural de este Mundial lo protagoniz­aron Egipto y Chile, a las órdenes de Roberto García Parrondo y Mateo Garralda, respectiva

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Ribera, en el centro, da indicacion­es durante un tiempo muerto en el Mundial de Egipto
AFP 14.30 horas, TDP). Ribera, en el centro, da indicacion­es durante un tiempo muerto en el Mundial de Egipto

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