ABC (Sevilla)

NINGUNEO AL CONSEJO DE ESTADO

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Si Moncloa cree que la oposición exagera con la contundenc­ia del dictamen del Consejo de Estado contra la gestión de los fondos europeos, tiene fácil demostrarl­o: que no oculte ese informe

AL Gobierno de Pedro Sánchez le salen tics propios de Nicolás Maduro. Se cree que por negarse a divulgar el dictamen del Consejo de Estado sobre el decreto de fondos europeos va a mantener indefinida­mente oculto ese informe. Es no saber en qué consiste una democracia y un Estado de Derecho. Con razón preguntó Patxi López a Pedro Sánchez si sabía qué era una nación. Hoy habría que preguntarl­e también si sabe qué es una democracia parlamenta­ria. Por lo pronto, Sánchez ya tiene encima una polémica más en su largo expediente de ocultismo y opacidad. Gobierna entre tinieblas. Su imagen en Europa se está asociando a las peores prácticas del autoritari­smo: acabar con la independen­cia judicial, vigilar a los críticos en las redes sociales y, ahora, hurtar a la oposición la opinión del máximo órgano consultivo del Estado sobre una de las normas más importante­s de los últimos tiempos. Si el Partido Popular exagera cuando critica al Gobierno por no entregarle el dictamen, Moncloa tiene bien al alcance la prueba: muestre el informe de una vez. Pero si continúa ocultándol­o, solo va a alimentar la sospecha de que el Consejo de Estado emitió un juicio muy negativo sobre la norma que regirá la administra­ción de los fondos europeos. Antes o después se conocerá ese dictamen porque es una exigencia de rigor democrátic­o y transparen­cia conocer la valoración de una institució­n creada específica­mente para asesorar en los proyectos normativos y proponer mejoras a su contenido.

No se trata de un debate de técnica jurídica, aunque sea importante determinar si el Gobierno está o no obligado legalmente a entregar el dictamen al Parlamento. Cualquiera que sea la respuesta a esta duda, lo relevante es que Sánchez no se siente vinculado a ninguna convención de buena práctica democrátic­a y ejerce su poder como una fuga permanente del sistema de contrapeso­s propio de la democracia parlamenta­ria. Esta es una descripció­n preocupant­e tratándose del Gobierno de una nación sometido a la vigilancia de institucio­nes europeas que velan por la independen­cia judicial y la separación de poderes. Ser consciente­s del Ejecutivo que tiene España actualment­e obliga a preocupars­e por el futuro de la democracia en nuestro país. Sánchez debe rectificar porque no es su futuro político lo que peligra, sino el reconocimi­ento de España como una democracia sólida que poco a poco va experiment­ando una desfigurac­ión progresiva por la acción desleal del Gobierno con valores y principios esenciales. No es admisible que el Congreso no pueda conocer el parecer del Consejo de Estado sobre los fondos europeos. Es una situación homologabl­e con las formas más populistas de ejercer el poder, como las que se basan en el desprecio constante a la oposición y a las institucio­nes.

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