Las dos diputadas «rebeldes» que dividen a los republicanos
Las votaciones sobre la moderada Cheney y la trumpista Greene darán pistas sobre el futuro del partido
El final agitado de la presidencia de Donald Trump –con el asalto violento al Capitolio por una turba de sus seguidores y el segundo impeachment al hoy expresidente de EE.UU.– ha hecho saltar las costuras del Partido Republicano. Ahora, sus líderes buscan cómo recomponer la figura y el primero de los desafíos es qué hacer con dos legisladoras «rebeldes» de la Cámara de Representantes, cada una desde un extremo del partido: Marjorie Taylor Greene, una controvertida seguidora de teorías conspirativas, ejemplo de la vertiente populista del partido, defensora acérrima de Trump y del «robo» electoral que habría evitado su segundo mandato; y Liz Cheney, peso pesado del sector moderado, la tercera con más poder entre los republicanos de la Cámara Baja e hija del que fuera vicepresidente Dick Cheney.
Ambas van a ser examinadas por sus compañeros de bancada, en un proceso que dará pistas sobre el camino que tomarán los republicanos en adelante y sobre el poder y la influencia que mantendrá Trump. Ayer, los demócratas, que tienen la mayoría en la Cámara de Representantes, decidieron llevar a la votación del pleno –se espera que ocurra hoy– su propuesta de expulsar a Greene de los comités legislativos en los que participa.
La medida se tomaba después de conocer que Greene había apoyado en redes sociales comentarios sobre la ejecución de líderes demócratas. Es una de las muchas polémicas en las que ha participado la diputada. Ganó su escaño el pasado noviembre después de ser una defensora de la teoría conspiradora QAnon, que asegura que hay una red de pederastia instalada en la elite política de Washington y que Trump iba a desmontarla. También ha defendido que las matanzas con armas de fuego de Las Vegas o Parkland fueron fingidas y ha dado pábulo a todas las teorías infundadas sobre el fraude electoral que ha defendido Trump desde su derrota en las urnas en noviembre.
Greene es una piedra en el zapato para los republicanos. Es la mejor exponente del movimiento populista que ha alentado el trumpismo y con el que no comulga el ala moderada.
Muchos representantes de esta corriente la han criticado. El caso más llamativo es el de Mitch McConnell, el líder republicano en el Congreso, que la calificó esta semana de «cáncer para el partido republicano y para el país». Otro senador conservador, Todd Young, la calificó de «chiflada» y de
La sombra del expresidente La decisión sobre las congresistas indicará cuál es la influencia que mantiene Trump
La opinión de McConnell El líder en el Senado considera a Greene un «cáncer» para el partido
«vergüenza para nuestro partido».
Al mismo tiempo, Greene representa a las bases de Trump, una fuerza poderosa en el partido. Aseguró que ha hablado con el expresidente, la figura más popular con mucha distancia entre los republicanos, y que le ha dado su apoyo.
El
Su peso se nota más en la Cámara Baja –muchos de los diputados vienen de distritos muy trumpistas– que en el Senado. Solo diez republicanos de la Cámara votaron a favor del impeachment y casi 140 apoyaron que se revisara la certificación de los resultados electorales.
«¿Quieren que sea el partido de un gobierno limitado, responsabilidad fiscal, libre mercado, paz a favor de la fortaleza y pro vida, o el partido de las teorías de la conspiración y de QAnon?», preguntó a sus compañeros el senador republicano John Thune.
La respuesta se conocerá con el tiempo, pero la votación sobre Greene será una pista. Como también lo es la decisión sobre Liz Cheney, que ayer se enfrentaba a otra votación –esta vez interna– para decidir si deja de ser una de las líderes republicanas en la cámara baja. Ella estuvo entre los diez republicanos que votaron a favor del impeachment y los aliados de Trump quieren represalia.