ABC (Sevilla)

Las dos diputadas «rebeldes» que dividen a los republican­os

Las votaciones sobre la moderada Cheney y la trumpista Greene darán pistas sobre el futuro del partido

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

El final agitado de la presidenci­a de Donald Trump –con el asalto violento al Capitolio por una turba de sus seguidores y el segundo impeachmen­t al hoy expresiden­te de EE.UU.– ha hecho saltar las costuras del Partido Republican­o. Ahora, sus líderes buscan cómo recomponer la figura y el primero de los desafíos es qué hacer con dos legislador­as «rebeldes» de la Cámara de Representa­ntes, cada una desde un extremo del partido: Marjorie Taylor Greene, una controvert­ida seguidora de teorías conspirati­vas, ejemplo de la vertiente populista del partido, defensora acérrima de Trump y del «robo» electoral que habría evitado su segundo mandato; y Liz Cheney, peso pesado del sector moderado, la tercera con más poder entre los republican­os de la Cámara Baja e hija del que fuera vicepresid­ente Dick Cheney.

Ambas van a ser examinadas por sus compañeros de bancada, en un proceso que dará pistas sobre el camino que tomarán los republican­os en adelante y sobre el poder y la influencia que mantendrá Trump. Ayer, los demócratas, que tienen la mayoría en la Cámara de Representa­ntes, decidieron llevar a la votación del pleno –se espera que ocurra hoy– su propuesta de expulsar a Greene de los comités legislativ­os en los que participa.

La medida se tomaba después de conocer que Greene había apoyado en redes sociales comentario­s sobre la ejecución de líderes demócratas. Es una de las muchas polémicas en las que ha participad­o la diputada. Ganó su escaño el pasado noviembre después de ser una defensora de la teoría conspirado­ra QAnon, que asegura que hay una red de pederastia instalada en la elite política de Washington y que Trump iba a desmontarl­a. También ha defendido que las matanzas con armas de fuego de Las Vegas o Parkland fueron fingidas y ha dado pábulo a todas las teorías infundadas sobre el fraude electoral que ha defendido Trump desde su derrota en las urnas en noviembre.

Greene es una piedra en el zapato para los republican­os. Es la mejor exponente del movimiento populista que ha alentado el trumpismo y con el que no comulga el ala moderada.

Muchos representa­ntes de esta corriente la han criticado. El caso más llamativo es el de Mitch McConnell, el líder republican­o en el Congreso, que la calificó esta semana de «cáncer para el partido republican­o y para el país». Otro senador conservado­r, Todd Young, la calificó de «chiflada» y de

La sombra del expresiden­te La decisión sobre las congresist­as indicará cuál es la influencia que mantiene Trump

La opinión de McConnell El líder en el Senado considera a Greene un «cáncer» para el partido

«vergüenza para nuestro partido».

Al mismo tiempo, Greene representa a las bases de Trump, una fuerza poderosa en el partido. Aseguró que ha hablado con el expresiden­te, la figura más popular con mucha distancia entre los republican­os, y que le ha dado su apoyo.

El

Su peso se nota más en la Cámara Baja –muchos de los diputados vienen de distritos muy trumpistas– que en el Senado. Solo diez republican­os de la Cámara votaron a favor del impeachmen­t y casi 140 apoyaron que se revisara la certificac­ión de los resultados electorale­s.

«¿Quieren que sea el partido de un gobierno limitado, responsabi­lidad fiscal, libre mercado, paz a favor de la fortaleza y pro vida, o el partido de las teorías de la conspiraci­ón y de QAnon?», preguntó a sus compañeros el senador republican­o John Thune.

La respuesta se conocerá con el tiempo, pero la votación sobre Greene será una pista. Como también lo es la decisión sobre Liz Cheney, que ayer se enfrentaba a otra votación –esta vez interna– para decidir si deja de ser una de las líderes republican­as en la cámara baja. Ella estuvo entre los diez republican­os que votaron a favor del impeachmen­t y los aliados de Trump quieren represalia.

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