ABC (Sevilla)

Las claves del plan Draghi

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Las empresas ya están en pérdidas, la economía se contrae. Muchas empresas están despidiend­o trabajador­es. Una profunda recesión es inevitable. Pero hay que evitar que se convierta en «depresión prolongada», por lo que se debe actuar de forma rápida y contundent­e.

Se necesita aportar liquidez de forma inmediata para proteger el empleo y la capacidad productiva en un momento de drástica pérdida de ingresos.

Las empresas no aprovechar­án la liquidez simplement­e porque el crédito es barato. Las empresas que tienen una cartera de pedidos reembolsar­án esta nueva deuda. Pero no será así para todos.

Otros aumentarán su deuda para mantener sus empleos. Sus pérdidas acumuladas correrán el riesgo de poner en peligro su capacidad de invertir en el futuro. Su deuda tendrá que ser cancelada. Y será el Estado el que se haga cargo.

En Roma ya se asume que la deuda pública subirá de forma significat­iva para tratar de evitar la depresión a toda costa. Para ello Europa tiene que activar su maquinaria pública y un sistema bancario generaliza­do, imprescind­ibles para afrontar la crisis que se avecina.

El Estado tiene un papel clave a la hora de afrontar las emergencia­s nacionales, y debe usar su presupuest­o para proteger a los ciudadanos y la economía contra los choques que el sector privado es incapaz de absorber por sí solo. Esto es lo que sucedió en las dos Guerras Mundiales.

Los bancos deben prestar efectivo, dinero sin costo alguno a las empresas para no destruir empleo. Los bancos son el vehículo para la intervenci­ón estatal para salvar la economía. El capital debe ser proporcion­ado por el Estado, por los gobiernos, en forma de garantías públicas sobre todo.

Ni la regulación ni las normas sobre garantías deben obstaculiz­ar la creación de todo el espacio necesario en los balances de los bancos para dar liquidez a las empresas para este propósito. La burocracia no debe frenar las intervenci­ones estatales y bancarias.

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