Saturados
del Portugal Contemporáneo), el índice de infecciones alcanza nada menos que el 70% de las personas que ejercen una u otra función.
De modo que ahora se entienden las declaraciones de la ministra de Sanidad, Marta Temido, cuando hace unos días señaló: «Camas tenemos, lo que nos falta es la gestión de los recursos humanos». La realidad demuestra que Portugal adolece de ambos factores. Además, no puede olvidarse una circunstancia que subraya Michael Head, catedrático de la Universidad de Southampton, para sonrojo del agonizante Sistema Nacional de Salud luso: «Los hospitales portugueses han sido, históricamente, lugares con una gran transmisión de enfermedades comparados con los centros hospitalarios de otros países del entorno. Quizá ahora, en este momento de la pandemia, estemos comprobando las consecuencias de este dato».
Ayuda internacional
En medio de este desolador panorama, ayer llegó a Lisboa un avión militar del Ejército alemán, tal cual se esperaba. Objetivo: prestar ayuda logística al país ibérico, toda vez que los expertos de Berlín desplazados hace unos días emitieron un diagnóstico terrible: no es ya un colapso sanitario (que también), sino un drama.
La incógnita era adónde serían encaminados los 26 epidemiólogos que han desembarcado, teniendo en cuenta que no hablan portugués. El destino otorgado tenía que ver con las posibilidades de que ese grupo pudiera mantenerse unido y que consulten sus dudas unos a otros.
Finalmente, han sido derivados al Hospital da Luz, un centro privado. Esta es la razón de que se haya suscitado la polémica, en lugar de ubicarlos en el hospital público de Santa María. El centro situado en el barrio lisboeta de Benfica era el único que podía garantizar la permanencia de todos los profesionales en la misma unidad.
«Esperamos poder hacer muchas preguntas»