Un calvario que nace en el cerebro
Aspectos como el estrés, la presión o los nervios pueden influir en el estado físico de un futbolista hasta aumentar el riesgo de que sufra una lesión
ingún futbolista es inmune al mal trago de una lesión. Las dolencias físicas son intrínsecas al deporte de élite, infortunios que un profesional sabe que tendrá que afrontar en algún momento de su carrera. Ni los avances médicos ni la mejora de los sistemas de entrenamiento ni el mayor conocimiento del cuerpo de los deportistas han erradicado estos traspiés, a veces influenciados por elementos psicológicos que escapan al control. Y si no que se lo digan a Hazard, que está viviendo un calvario desde su fichaje por el Real Madrid pese a que él, en el pasado, nunca fue un jugador propenso a caer lesionado.
Para arrojar un poco de luz sobre el asunto, Luis Casais, doctor en Ciencias del Deporte, explica la relación que hay entre la mente y las dolencias físicas: «Las lesiones tienen una explicación multifactorial, y los factores psicológicos son parte de este cóctel. Asumimos que casi nunca actúan como causa principal, sino que suelen ser mediadores indirectos. Hay varios aspectos psicológicos que pueden considerarse. El más reconocido y estudiado es el estrés, que en exceso provoca una respuesta física. Es importante señalar que, directamente, no provoca lesiones, pero hay jugadores que no son capaces de manejarlo adecuadamente, entran en tensión, y ahí puede ser un “coayudante” para una lesión».
Alguien que trabaja esta cuestión sobre el terreno es Mario Fernández, preparador físico con una extensa trayectoria en la élite: «La fatiga fisiológica se puede controlar, pero la fatiga del sistema nervioso central no. Un jugador puede estar en infradisposición y que nadie, ni siquiera él, lo sepa. Es muy complejo de afrontar, dado que el sistema nervioso central influye en el resto de sistemas. Cuando alguien tiene miedo, estrés o se pone nervioso, se tensiona, el corazón le va más rápido y aumenta su presión arterial, por lo
Nque se produce un mayor gasto de energía. Y cuando llega el partido y la necesitas, no la tienes, lo que se traduce en un aumento del riesgo de lesión». En otras palabras, el cerebro zancadillea al futbolista, pudiendo incluso mandarle a la enfermería en repetidas ocasiones como le pasó a Robben, Kaká, Bale, Dembélé, Vitolo o al propio Hazard. «Hay jugadores que tienen una responsabilidad añadida por lo que han costado, lo que se espera de ellos o porque tras varias lesiones no logran recuperarse. Todo eso les pasa factura», dice Fernández. El caso de Hazard recuerda al de otros madridistas en el pasado, aunque Fernández cree que no tiene que ver con el club blanco: «No es culpa del
Real Madrid, que seguro que tiene a los mejores profesiona
Bale, otro de los señalados por el infortunio, se lesionó 28 veces y se perdió un 26% de partidos con el Real Madrid les. A Robben le pasaba algo parecido hasta que se fue. Es por lo que le provocaba Madrid, sus miedos y su construcción personal. En Múnich, donde estaba más tranquilo, le dejó de pasar. Si estás en casa, con tu familia y eres feliz, contribuye a que estés mejor. Pero si estás solo y tienes unos hábitos de vida peores, afecta a tu rendimiento. Puede ser el caso de Hazard, con una cultura anglosajona que se aleja de la nuestra. Todo afecta. Los futbolistas son personas rodeadas de estímulos, muchos de ellos negativos, que afectan al sistema nervioso y todo lo dicho anteriormente», señala.
Trabajar la mente
Lorena Cos es psicóloga deportiva y aporta algunas claves más: «La preparación física es importante, pero la mental también. El estrés puede influir en la vulnerabilidad integral del deportista y, como todos sabemos, los profesionales están expuestos a una gran exigencia que si se convierte en presión puede ser una amenaza. Las emociones pueden influir en las lesiones. Cuando el jugador se encuentra mal psicológicamente, su rendi