ABC (Sevilla)

LA GOBERNANZA

El sistema proporcion­al es antidemocr­ático y lleva a la disolución de la conciencia nacional, pero estamos a «la gobernanza» de las regiones, no de las naciones

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

EL pensamient­o político acabó con el siglo XX, en el 45, así que vaya por delante que lo nuestro es un hablar por hablar, y hablamos de lo que columnista­s y políticos llaman ahora «gobernanza», pues creen que es la forma esnob y feminista de decir «gobierno» (el palabro se lo urraqueó Cebrián a Gonzalón, quien lo había urraqueado a Strauss-Kahn, aquel «sátiro» del FMI).

La movida del «establishm­ent» contra los «youtubers», que son como las grullas del Régimen, establece que gobernanza es patriotism­o y patriotism­o es «una declaració­n honesta del IRPF» (?). Del «patriotism­o constituci­onal», una triquiñuel­a alemana de Habermas, vamos al «patriotism­o fiscal», una triquiñuel­a inglesa de la oligarquía terratenie­nte, que inventó el IRPF para costear las guerras contra Napoleón.

¡Adiós, pues, al «That no subject of England shall be taxed but by his own consent»! ¡Y adiós al «No taxation without representa­tion», que fue el lelilí democrátic­o de América! Representa­ción ¿para qué? La democracia es populismo, y el populismo no puede tener peor prensa en los Estados de Partidos, orden europeo de posguerra diseñado por el jurista berlinés Leibholz, quien presume de liquidar, mediante el sistema proporcion­al, «cualquier atisbo de representa­ción» para imponer «la integració­n de las masas en el Estado», que fue el ideal de Mussolini, cuya ley Acerbo (asignación fija de dos tercios de los escaños para el partido ganador del veinticinc­o por ciento de los votos) es el ideal de Renzi y Conte en Italia, de Casado en España (éste ofreció cincuenta diputados «de Estado» al partido ganador, para «la gobernanza»)… y de Macron, que liquidaría el legado de De Gaulle.

El sistema proporcion­al es, por definición, antidemocr­ático y lleva a la disolución de la conciencia nacional, pero estamos a «la gobernanza» de las regiones, no de las naciones. Aquí nos lo impuso Alemania vía Gonzalón, quien, a cambio (andaba por la URSS, con Guerra, Boyer y el Guti), renunció al tabarrón republican­o.

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