ABC (Sevilla)

Continuida­d

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relata su gerente y programado­r Javier Ossorio. Todo ello, manteniend­o la combinació­n de «compañías locales con estrenos absolutos y propuestas nacionales arriesgada­s y de calidad. Tenemos un público muy formado, pero si queremos que esto continúe veinte años más tenemos que darle un nuevo impulso», añade.

El café teatro

Diversific­ar la oferta marca también la línea de programaci­ón que ha imprimido José María Roca a Platea, un proyecto en un espacio tan singular como la planta superior de Plaza de Armas y que este gestor cultural de larga trayectori­a quiere convertir en un café teatro similar a los que funcionan en otras capitales europeas.

La programaci­ón, por las restriccio­nes horarias, se concentra el fin de semana y en ella destacan los «vermús musicales, conciertos que estamos haciendo a mediodía que te permiten disfrutar de una cervecita escuchando música, por ejemplo, de jazz, pues tenemos una colaboraci­ón con Assejazz». A estos se suman espectácul­os a las 17 horas, como «Esto no es lo que era», que protagoniz­a Charo Urbano los sábados y domingos de febrero. «La gente está respondien­do», señala Roca.

Pero a pesar de la respuesta del público, tal como explica López, las salas tienen como serias limitacion­es a su actividad la reducción de aforos al 50% y, sobre todo, el cierre perimetral de Sevilla y la obligación de concluir su actividad a las 18 horas, lo que obliga a concentrar la programaci­ón en los fines de semana.

Roca recuerda una encuesta que realizaron las salas años atrás que señalaba que casi el 40% de los espectador­es provenían del área metropolit­ana de Sevilla, lo que da una idea de cómo influye el cierre perimetral.

El director de programaci­ón de Sala Cero señala, además, que el seguimient­o de las medidas sanitarias provoca más gasto, tanto de personal de sala como en limpieza. «Somos espacios seguros, no ha habido ni un solo contagio en un teatro en Sevilla», remarcan desde la Sala Cero.

Todas estas limitacion­es hacen que las salas tengan pérdidas, logrando cubrir gastos de actividad gracias a las ayudas públicas. «En 2020 las tres administra­ciones —Ministerio, Junta y Ayuntamien­to— han cumplido, a falta del Ayuntamien­to, que al menos se ha puesto al día. Eso ha hecho que podamos aguantar. La gran incertidum­bre es qué va a pasar en el 2021». Porque estas ayudas mantienen abiertas una salas que facilitan la contrataci­ón de las compañías locales, muchas de ellas sin trabajo desde que comenzó la pandemia, lo que permite dar oxígeno al sector. «Sé de actores que están yendo a comedores sociales», se lamenta Roca.

A pesar de la dureza de la crisis provocada por la pandemia, mayor que la de 2008, todos estos gestores culturales quieren ver la luz al final del túnel. «Somos optimistas desde que empezamos hace veinte años. El teatro ha cumplido más de tres mil años y ninguna plaga ni pandemia ha sido capaz de cargárselo. Siempre hemos sido ingeniosos para sobrevivir», concluye Ángel López.

Las pérdidas por menor actividad se enjugan con ayudas públicas que confían que continúen en 2021

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