ABC (Sevilla)

EL APAGÓN DE FILOMENA

¿Cómo ha terminado Filomena que de golpe es como si nunca hubiera existido?

- ANTONIO BURGOS

PARECÍA que la nieve nos llegaba a las rodillas en Puerta de Jerez. Y que en el aeropuerto de San Pablo la gente tenía que dormir en el suelo porque las placas de hielo de las pistas impedían el despegue y aterrizaje de aviones, a pesar de que los valientes de la muy polivalent­e Unidad Militar de Emergencia­s habían tratado de dejar al menos dos de ellas en medio en condicione­s de utilizació­n. Pusieras la TV o radio que pusieras, una de dos: o te metían el miedo en el cuerpo con los datos de los comienzos de la Tercera Ola del Covid o el alma en un puño con la catástrofe de la gran nevada («histórica» decían) sobre Madrid y sus alrededore­s. A la que le habían puesto los meteorólog­os el nombre de «Filomena», que era del tebeo. Hay que ver los nombrecito­s que les ponen a los grandes fenómenos meteorológ­icos: muchos ellos tienen nombre de suegra.

Pero de pronto un día, igual que Merceditas cambió de color en el «Romance de la Reina Mercedes», cesó la borrasca Filomena... y se dejó de hablar completame­nte del tema. Nos quedamos, y nunca mejor

Fe de ratas dicho, «in albis» sobre cómo había terminado la gran nevada de Madrid. Ya no había tragedia alguna por lo visto, ni coches apresados por la nieve en la M-30 y abandonado­s por sus propietari­os, ni calles cortadas por los árboles que tiró el peso del hielo sobre las ramas, ni pasillos de emergencia hasta las entradas de los hospitales abiertos por las quitanieve­s, ni bolsas de basuras amontonada­s sin que los camiones de limpieza pudieran entrar a recogerlas, ni abnegados voluntario­s que en sus coches Cuatro por Cuatro con cadenas se brindaban a llevar a la gente que no podía desplazars­e de otra forma hasta el médico, ni Metro abierto toda la noche, ni autobuses urbanos con las líneas suspendida­s. Parecía que no había pasado nada. No volvió a hablarse más de los 6.000 árboles que calcularon que Filomena había abatido en Madrid capital, ni de los parques cerrados para evitar desgracias, empezando por el Retiro.

¿Qué ha pasado, cómo ha terminado Filomena, con el apagón informativ­o que le han metido a su resolución final, me imagino que positiva, expeditiva y exitosa, que de golpe es como si nunca hubiera existido? ¿Será que como tanto la autonomía de Madrid, con su presidenta Isabel Díaz Ayuso, como su Ayuntamien­to, con su alcalde José Luis Martínez Almeida, no pertenecen al partido de Sánchez, o sea, del Gobierno de España, si lo han hecho medio bien al resolver aquella catástrofe, como se colige, no merece que se hable de ellos? ¡Ay, si lo hubieran hecho mal, si la gente hubiera seguido cercada semanas por la nieve, la que hubieran formado! Seguro que entonces sí que nos habríamos enterado de todo. Acuérdense del trabajito que le costó al Gobierno de la Moncloa reconocer que el propio Madrid y su comunidad eran «zona catastrófi­ca» (o como se diga ahora), para poder acogerse a los beneficios de la reparación de unos daños estimados en 1.400 millones de euros, que «con la que está cayendo» en la economía con la pandemia era lo que faltaba a la capital de España. ¿A ver si es que Filomena nunca existió?

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