ABC (Sevilla)

CAMPEÓN MINERO

La venta de Aguas Teñidas puede ser el inicio para crear un gigante en Andalucía

- LUIS MONTOTO GARCÍA DÍAZ LUTGARDO GARCÍA DÍAZ ES POETA

HACE ahora una década cristalizó la minería moderna en Andalucía con la reapertura de Aguas Teñidas (Matsa) y el inicio de Cobre Las Cruces; un proceso al que después se unió Riotinto (Atalaya Mining) tras una larga y tortuosa resurrecci­ón. Este «póker» debió completars­e con la puesta en marcha de Aznalcólla­r (gracias al concurso convocado por la expresiden­ta Susana Díaz), aunque los avatares judiciales lo complicaro­n todo.

En términos de inversión y empleo el impacto de la minería ha sido muy relevante, y ahora se está dando un proceso que permitirá medir el valor de las empresas que se han generado en estos años. ¿Cuánto vale un proyecto minero en Andalucía? Abu Dabi y el gigante suizo Trafigura, dueños de Matsa, han puesto en venta esta firma por 1.800 millones. Si estimamos que la vecina Atalaya puede tener un precio cercano a 600 millones, arroja una cotización conjunta que iguala a la de algunas compañías del Ibex.

En este momento hay dos ejes mineros. En el norte, Matsa y Riotinto funcionan a pleno rendimient­o y realizan nuevos hallazgos en su entorno. Sus planes de expansión están, en ocasiones, en lugares cercanos, con lo cual deberán cooperar en el futuro (ya tienen, de hecho, accionista­s en común, pues Trafigura posee el 50% de Matsa y el 22% de Riotinto). En el sur la situación es más compleja. Cobre Las Cruces (en manos de la canadiense First Quantum) está clausurand­o su mina y acometiend­o, en paralelo, los trámites para la apertura de otro proyecto distinto que implica una inversión de 500 millones. Aznalcólla­r (de Grupo México) parte de cero y también debe hacer un desembolso millonario.

Con la tecnología actual, cuatro grandes operadores mineros en zonas cercanas (y desarrolla­ndo cada uno sus propias capacidade­s industrial­es) quizá son demasiados. Puestos a fabular, la venta de Matsa puede ser el inicio de una consolidac­ión en la Faja Pirítica que derive en la forja de una compañía hegemónica. Los «viejos rockeros» de la minería andaluza aseguran que hay potenciale­s reservas de mineral para funcionar de forma rentable en las próximas cuatro décadas. Un gran líder radicado en Andalucía podría cotizar simultánea­mente en las bolsas de Londres y Madrid y servir de base para crecer en otras latitudes (de la mano de profesiona­les y proveedore­s de Sevilla y Huelva).

El punto surrealist­a es la deriva judicial a la que está abocado el sector. El concurso de Aznalcólla­r se resolvió a favor de Grupo México en 2015, pero la denuncia de la microempre­sa Emérita (expulsada de zonas como Cantabria por incumplir sus compromiso­s económicos) abrió un proceso de investigac­ión que seis años después sigue abierto. Seis años... Al margen de quien tenga razón, es un plazo sonrojante que ha enfangado la tramitació­n administra­tiva de otros muchos proyectos mineros. Si algún día se resuelve, será el otro punto de partida para la creación del «campeón» que necesita la Faja Pirítica.

Hay sevillanos barrocos y sevillanos renacentis­tas. Los últimos son los menos. Y Jacobo tiene el Paraíso del Dante dentro de las venas

SER sevillano de Lebrija es un modo de estar en el mundo, una manera de llevar mucho campo y mucho azul en la mirada, mucha hondura de tierras de labor y caldos nuevos como lleva Jacobo Cortines. Tiene Jacobo el toque británico que reviste a los sevillanos de aquel triángulo donde nacen los cantes a compás de nudillos, donde la albariza sabe que el destino del tiempo es terminar siendo luz en las botas de vino. Allí están el oro de Tharsis y la claridad de Roma, los secretos de Oriente y la cercanía del mar que es el morir y que es América. Jacobo Cortines sonríe en silencio y fuma con delicadeza pero sin afectación. Todo lo hace despacio y con elegancia. Habla en finísimo andaluz y acentúa desde una enigmática ronquera con la que imprime cierta rapidez a las frases. En su silueta se mezclan luces de palacio florentino y un discreto ascetismo de cortijo andaluz, esos cortijos de patios empedrados y arcos de medio punto tan hechos a los secretos de la siesta. Luce corbatas elegantes, de esas que no cansan, de colores burdeos o verde Lichfield y chaquetas bien cortadas, de paño inglés, sobre chalecos de lana irlandesa. Todo cuidado y sobriament­e lujoso. Pero sin darle importanci­a, porque el arte está en la naturalida­d, esa rara virtud que solo tienen algunos elegidos. Cuando trabajaba — «Simevesdec­aminohacia­eltrabajo,/cansadoal regresar entre los libros…» —, daba gloria verlo entrar por esos patinillos de la Facultad de Letras. He dicho trabajar cuando debí decir amar, porque ser literato y enseñar literatura es una forma de amar. Delicado y, tímidament­e, distante, dicen que causaba furor en aquellas aulas con sus chaquetas blancas de verano o sus gabardinas en otoño. Traducir a Petrarca, y hacerlo bien, imprime carácter. Hay sevillanos barrocos y sevillanos renacentis­tas. Los últimos son los menos. Y Jacobo tiene el Paraíso del Dante dentro de las venas, el son de Garcilaso cuando dice con el amor las rosas son más bellas y durasu perfume en la memoria. Exquisito, sencillo, hondo, uno se lo imagina tocando los Estudios de Chopin mientras llueve en el patio empedrado de ese potencia del amante que ha perdido el turno en la barcaza de Caronte. Se ha quedado en tierra. Y ahí está Jacobo Cortines, sevillano de Lebrija, sevillano renacentis­ta, de pie en plena bajamar buscando las huellas de Cecilia. Unas huellas que la olas han borrado pero él aún no lo sabe. Allí, frente a la mar está repitiendo hoy he venido al mar para estar cerca, aún mas cerca de ti, mi amor de siempre.

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RAÚL DOBLADO
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