La naranja amarga la vida a los vecinos
El Ayuntamiento dice que la campaña de recogida se ha adelantado pese a que estos frutos inundan las calles
Las calles de Sevilla se han llenado de naranjas en las últimas semanas hasta el punto de que, en algunos casos, apenas se puede transitar por ellas sin pisarlas, con el consiguiente riesgo de resbalones, la correspondiente mancha de zumo en el bajo del pantalón o la caída en la cabeza del fruto ya maduro. Además, hay tantas que taponan las alcantarillas y provocan un olor que puede llegar a ser desagradable cuando se pudren. Esta imagen la han presentado casi todas las vías en las que hay plantados naranjos, pero sobre todo en barrios como Pío XII, el Tardón, el Fontanal o Heliópolis. En el primero de ellos, donde hay calles peatonales, Lipasam se ha llevado días sin retirarlas, siendo casi imposible no tropezar con ellas.
En estos días, las redes sociales se han llenado de comentarios de sevillanos denunciando la situación de sus calles y grupos políticos como el Partido Popular han criticado la tardanza en la recogida de las naranjas, lo que ofrece «una imagen indigna e impropia» de la ciudad además de suopner un «serio peligro para los peatones o los ciclistas que circulan por los carriles bici», según indicó el portavoz del grupo en el Ayuntamiento, Beltrán Pérez.
La respuesta que da el gobierno de Espadas fue que la campaña de recogida empezó el 16 de diciembre, «antes que en cualquier campaña anterior», pero que los trabajos se han visto afectados «por las lluvias y el viento de semanas pasadas». Desde la delegación de Parques y Jardines han aportado a ABC los datos cuantitativos de la campaña para poner de manifiesto la dificultad de unas tareas que «suelen prolongarse hasta marzo». Así, por un lado, el número de naranjos en el viario público y en los parques y jardines de la ciudad cuya recogida compete al servicio municipal asciende a 47.776. Este año habían previsto un «incremento en la producción»: 5,7 millones de kilos, tras un aumento del rendimiento del 37,5 por ciento respecto de la campaña pasada, cuando se recogieron 5,5 millones de kilos. En la de 2017-2018, por su parte, se recogieron 2,7 millones, la mitad de lo que está previsto para este año.
Así, el personal de Parques y Jardines asignado a la recogida de naranjas oscila entre los 175 y los 200 operarios. A estos se le suman los 30 trabajadores de un equipo complementario de Lipasam (con 15 camiones brigada en horario de tarde) y un contrato de refuerzo que se ha firmado por 46.478 euros para la recolección de 2.736 naranjos de los jardines históricos (parque de María Luisa, Jardines de Murillo, las Delicias, la Buhaura) y otros parques y viarios del distrito Casco Antiguo, el parque de los Príncipes, centros cívicos y colegios públicos; más otros 4,459 en 134 calles de Sevilla Este.
Sin embargo, a la vista está que ha sido insuficiente y que las tareas, pese a comenzar antes, se han demorado ya que las naranjas se están cayendo de los árboles en masa y están inundando las calles de la ciudad sin que Lipasam dé abasto a la hora de retirarlas.
Parques y Jardines apunta a que este año se ha aumentado la producción un 37,5 por ciento
El Ayuntamiento informa, por otro lado, que el método de recogida es manual, ya que no existen maquinarias para entornos urbanos, y que se hace con el máximo respeto a los árboles, utilizando siempre que se puede plataformas mecánicas más amplios. Estas naranjas amargas no sirven para la alimentación humana, debido a los controles de calidad en la industria agroalimentaria. Sin embargo, tienen tres destinos posibles: uno de ellos es a vertederos autorizados donde se utilizan para la fabricación de compost y cosméticos. También se llevan a explotaciones ganderas para la alimentación de cabras. Y, por último, se trasladan a la planta de Emasesa en El Copero donde se fabrica compost o se genera electricidad a partir del gas que producen.
Cuaresma sin azahar
El retraso en la recogida de las naranjas puede conllevar que este año la Cuaresma también se quede vacía de olor a azahar. La situación es similar a la de 2009, cuando no se hizo el «clareo» de los árboles en la época de frío y eso impidió que florecieran los naranjos, ya que el fruto se lleva todo el alimento al no retirarse. Así, en esta época tan simbólica para Sevilla y en un año en el que la pandemia impedirá celebrarla de la manera habitual, es posible que también desaparezca de las calles el clásico olor que adelanta la primavera.