Tomás Azpiazu Moreno El Pavarotti del Arenal
Rockefeller, en su apartamento de la Quinta Avenida, lo persiguió para que le hiciera una paella
Frank Sinatra en el Día de la His-spanidad en Nueva York, le pidióó que le cediera por unos minu-utos el escenario del Waldorf As-storia para que cantara y Tomás le dijo:o: maestro el teatro es suyo; en casa de loss Kennedy en Washington, por las bue-enas artes de Nati Abascal y Julio, Ayesaa acabó con la lírica folk irlandesa cuan-ndo se arrancó por «Yo soy del sur»; enn Quito, en la plaza de la Catedral duran-nte el Día de la Independencia, con 86.0000 espectadores de uñas por ser español,l, se los metió en el bolsillo a todos con unn fandango directo al corazón del quite-eño y, en fin, en la boda braguetera de unn burlador sevillano con la prima de Bal-lduino de Bélgica, la princesa Wanda dee Ligne, estuvo una semana de castillo enn castillo, cantando junto a Los del Río.o. Su vida, en algunos aspectos, es pareci-ida a esa estrofa del Tenorio: a los pala-acios subí, a las cabañas bajé. Porque igualal le cantaba al anticuario Rossi en Paríss que a Pablo Escobar en Medellín en laa prisión La Catedral, la que se constru-yó a imagen y semejanza de sus malass artes para entrar y salir del presidioo cuando le diera la gana. Arriba y abajo.. A todas esas alturas cantó, alegró, fes-tejó y asombró Tomás Azpiazu, El Pavarotti del Arenal, el joven que conocía al conde Brosky…
Azpiazu es un producto químicamente puro de la década prodigiosa. Dee aquellos años ochenta y noventa en los que el dinero corría por las calles, el ladrillo se hizo moneda de curso legal y el pelotazo no lo daba el Yuyu en Canal Sur, sino los políticos haciendo recalificaciones terrenales en los paraísos inmobiliarios. Fue su época la de Menchu en Marbella y la de los grifos de oro del yate Nabila de Adnan Khashoggi, la de la gente guapa en fiestas que pedían a gritos a un Scott Fitzgerald para describir su fastuosa decadencia. Azpiazu se coló en aquel ambiente, se hizo cantante de la High Society y cuando no estaba en Marbella era porque un bodeguero mexicano, un banquero ecuatoriano