Muere Christopher Plummer, toda una leyenda de Hollywood
El actor, protagonista inolvidable en «Sonrisas y lágrimas», falleció a los 91 años
ría el Cavia del 92 por un artículo publicado en (18-II-1991), «Soliloquio del joven artista», un texto magistral y una soberbia defensa de su personalidad y de su trayectoria: «Se trata de no dejarse cortar ni el pelo ni las uñas del alma, se trata de no dejarse limar las vírgenes asperezas del carácter». Poco después inicia la serie
La Universidad Camilo José Cela, de la que el escritor es Rector Honorario y Vitalicio, custodia desde 2019 los veintitrés cuadernos manuscritos, donde se contienen los más de setecientos artículos que conforman la serie que Cela publicó en el diario ABC entre el 21 de noviembre de 1993 y el que apareció póstumo el 19 de enero de 2002, dos días después del fallecimiento del escritor. «Con la venia» es el primer artículo de la serie, cuyo marbete inicial, «El pajarito y del flas», fue descartado de inmediato: «Aquí comparezco de nuevo para ser leído, señoras y señores, con la venia de todos ustedes, que para eso están, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo y otros amargos desmanes no lo impiden. Amén». La frecuencia inicial de los artículos era de cinco entregas semanales, pero a partir de mayo de 1996 la periodicidad fue de un artículo semanal, que aparecía los domingos. El primer tramo de esta colaboración periodística –la más extensa de los trabajos y los días del escritor de Iria Flavia– lo agavilló el propio Cela en el tomo
(Madrid, Espasa Calpe, 1996). Son doscientos cincuenta textos que van desde el inicio hasta el 13 de enero del 95. Los restantes siguen habitando exclusivamente en las páginas de ABC, procedentes de los cuadernos manuscritos que son fedatarios del haz completo, de su génesis y de su escritura, que era para Cela un trabajo gustoso, vaciado en una lengua precisa y riquísima, un castellano de urdimbre clásica.
La ética estética
Los manuscritos de atestiguan el esmero que Cela ponía en la escritura de sus artículos, incluso cuando acude al autoplagio, convirtiendo, por ejemplo, el artículo «Meditación ante un viejo reloj» ( 4-XI-1951) en «El viejo reloj del solitario» (ABC, 19-XII1999). Autoplagio que nos indica de modo terminante algunas de las invariantes de la ética estética del autor de Todo el caudal filológico, literario y lingüístico del último Cela se puede justipreciar desde estos manuscritos, patrimonio de la Universidad Camilo José Cela, que acaba de publicar una edición no venal de veinticuatro de ellos, acompañados de las cubiertas del primer cuaderno escolar de los veintitrés que empleó para esta tarea cumplida con un increíble oficio y esmero.
Como estrambote, dos consideraciones importantes. Los manuscritos tienen a menudo –sobre todo los escritos en el siglo XXI– la compañía de notas y reflexiones en las que se advierte la preocupación del escritor por el desarrollo educativo de la Universidad Camilo José Cela. Y en segundo lugar, el lector puede advertir su independencia de criterios y juicios, tal como lo había hecho constar en su segunda colaboración (marzo del 79), «Escribir en ABC», de El juego de los tres madroños: «Uno, en su humildad, declara con el mejor énfasis que los escritores de ABC –yo al menos, y que cada uno hable por sí– somos independientes en nuestra línea de pensamiento y no aceptamos necesariamente como nuestras las ideas vertidas en los artículos editoriales».
Christopher Plummer ha muerto. El legendario actor, cuya extensa carrera incluye inolvidables interpretaciones, falleció ayer en su casa de Connecticut (EE.UU.) a los 91 años. Plummer, actor de Shakespeare, nació en Canadá y protagonizó películas inolvidables como «Sonrisas y Lágrimas» y «Beginners». «Chris era un hombre extraordinario que amaba y respetaba profundamente su profesión con excelentes modales a la antigua, un humor autocrítico y la música de las palabras», dijo Lou Pitt, su viejo amigo y mánager durante 46 años. «Era un tesoro nacional que disfrutaba profundamente de sus raíces canadienses. A través de su arte y humanidad, tocó nuestros corazones y su vida legendaria perdurará para todas las generaciones venideras. Él estará para siempre con nosotros».
Con un físico impresionante y una potente voz, Plummer comenzó cultivándose en el teatro, como dijo una vez el crítico John Simon. «Su estilo suave puede pulir los espejos». De hecho, consiguió dos premios Tony sobre el escenario de Broadway: uno por «Cyrano», en 1974, y el segundo en 1996 por «Barrymore». Cuando Plummer regresó a Broadway en 1982, el crítico del «New York Times» Walter Kerr calificó su Iago como «posiblemente la mejor interpretación de Shakespeare en este continente en nuestro tiempo». Realizó una gira por el país con una producción de Macbeth con Glenda Jackson en 1988 y apareció en papeles secundarios en películas importantes de la cultura pop. Pero no fue el teatro lo que le dio fama y éxito, sino interpretar al capitán Von Trapp en el musical ganador del Oscar «Sonrisas y lágrimas». Plummer ganaría también un Oscar por su papel en «Beginners», convirtiéndose en el actor de más edad en ganar el premio de la Academia a mejor actor secundario. Sin dejar de trabajar, a pesar de pasar de largo los 80, Plummer destacó en la última etapa de su carrera por «Puñales por la espalda», «Doce monos», «Una mente maravillosa» y por sustituir a Kevin Spacey en «Todo el dinero del mundo» interpretando al magnate Paul Getty en la cinta de Ridley Scott. En sus últimos años participó en personajes y papeles secundarios. Nacido en Toronto, creció en Montreal, donde asistió a la Jennings Private School. Hizo su debut en el escenario en una producción de 1948 de Cymbeline con el Canadian Repertory Theatre en Ottawa, seguida por una producción televisiva de CBC de Othello. Uno de los papeles más memorables de Plummer con la llegada del milenio involucró sólo a su voz. Fue en la conmovedora película animada de Pixar «Up», donde interpretó a Charles Muntz, un anciano con la misión de hacer realidad el sueño de su difunta esposa.
Con un físico impresionante y una potente voz, comenzó cultivándose en el teatro