Juan Echanove «Mi mujer y yo decidimos dividirnos después del primer confinamiento»
Socialmente aislado y con 20 kilos menos, el actor dice que no es momento de llorar, sino de actuar
«La maldad se cura con cultura», así lo cree (59 años), que este febrero ha vuelto al teatro Infanta Isabel de Madrid con «La fiesta del Chivo». De sus lágrimas de desesperación, de su lucha y de su sacrificio familiar hablamos antes de que se meta en el uniforme del dictador Trujillo.
Juan Echanove —Su personaje es el reflejo de la maldad en estado puro. ¿Cómo se puede combatir tanta maldad?
—Con cultura, es la manera de reconocer el mal. La mejor manera de luchar contra los populismos o cualquier «ismo» es aislarlos y rechazarlos. —Muchos recordamos sus lágrimas de desesperación por el cierre total de cines y escenarios durante el primer confinamiento. ¿Sirvió su mensaje? —Por supuesto, porque escucharon al sector hasta el punto que hoy estamos abiertos. Hay muchas restricciones de aforo, pero piensa que en otros países no se sube el telón. Eso sí, tienen ayudas de sus gobiernos y están más protegidos. Aquí si no conseguíamos ser un bien de primera necesidad, nos iban a cerrar para siempre.
—¿Sigue siendo rentable subir el telón con los aforos a medio gas?
—Malamente salvamos los muebles. Hoy el éxito es no perder dinero. Esta vez no estoy como productor, pero mi compromiso es el mismo. El teatro tiene una cosa: si es un éxito, no te haces rico; pero si no funciona, lo pierdes todo. Por eso es un negocio que pocos quieren y, al final, lo asumimos los que vivimos de esto. Se sufre mucho.
—¿Ha tenido que bajar su caché?
—No lo han pedido, pero te diré que los sueldos en teatro son bastante normalitos. Esto no es el Barça, aquí no hay un
Queremos trabajo y resistir.
Messi. —Y de salud, ¿cómo andamos?
—De maravilla. Cada vez que me hago una PCR –me habré hecho como cincuenta ya–, me relajo. En mi vida el trato social siempre fue imprescindible, pero en los últimos tiempos prácticamente vivo en un confinamiento. Además, tengo a mi mujer en Valencia, donde está con sus padres, y yo en Madrid. Después del primer confinamiento decidimos que había que dividirse.
—¿Se lleva bien con la soledad?
—De maravilla. Soy muy hogareño y en mi casa tengo todo lo que necesito. Mis lecturas, películas, cocina…
—¿No le afecta a su ánimo?
—Por mi trabajo estoy acostumbrado a cuidar mi yo interior, así que no me regodeo en los momentos malos. Esta pandemia me ha enseñado a no soñar, ya que es un lujo que no nos podemos permitir.
—Prescindir de su mujer en estos momentos de angustia es un gesto muy generoso por su parte...
—Cuando podemos nos vemos, pero no lo estamos viviendo con estrés. Los dos somos conscientes de que estamos donde hay que estar, con la familia y el trabajo, y nuestras prioridades no somos nosotros. No me he vuelto como la madre pero hay gente que nos necesita. Es como el teatro. Lo hago porque sé que puedo mejorar la vida de los espectadores.
Teresa de Calcuta, —Como buen gastrónomo y padre de un hijo cocinero, también sufre de cerca la crisis de la hostelería.
—Mi hijo está trabajando en una panadería de ha encontrado en la cocina su manera de vivir y, como gran admirador de ese sector, también sufro por ellos. No hay un cocinero en este país con el que no mantenga una gran relación, con estrella o sin nada, y sé que todos lo están pasando putas.
—¿Cómo siente que está la gente a la que ve a través de su gira?
—Agotada, pero con una capacidad de resistencia impresionante.
—¿Cómo se queda cuándo nos dicen que de esto vamos a salir mejores?
—Esa es otra de las mentiras. De aquí
FOTOS: JOSÉ RAMÓN LADRA
no se sale mejor, sino peor. Esto es una desgracia brutal y de una cosa así nadie sale bien.
—Con lo que le gusta la cocina, hay que ver lo que ha adelgazado...
—He perdido 20 kilos. Para adelgazar he comido lo justo, he estado muy activo y tengo una relación absoluta con la báscula, que es la que manda. El poder lo tiene la báscula. Cuando hablan de dominar la curva, sé lo que eso significa porque llevo toda la vida luchando contra mi curva de peso. Si hay algo que q envidio de manera malsana, son los lo que comen y no engordan.
— ¿Qué es lo que le pierde?
— Una cerveza, un pepinillo y unas patatas ta fritas.
— ¿La mejor comida del día?
— El desayuno. La tortilla francesa que me m hace mi mujer por las mañanas, con bonito b y un pan recién hecho.
— ¿Y ahora quién le hace la tortilla?
— Pues yo, pero no me sale igual.
Sé lo que eso significa porque llevo toda la vida luchando contra mi curva de peso
—Por supuesto. Y no sólo por eso (risas). Nos vemos cuando podemos viajar. Dentro de una convivencia estable hay que valorar los momentos que compartes y entender cuando no se puede estar.
—En una pareja, también es bueno que corra el aire...
—Por supuesto. Además, yo soy muy pesado. Mi mujer tiene mucho mérito por aguantarme, por eso viene bien que haya cierta distancia y deje de darle el coñazo.
—Sí, por personas muy cercanas que se ha llevado el Covid. Aún hay días que pienso en lo que estamos pasando y me agarra un estado de tristeza enorme. Hay muchos muertos por medio. Luego remonto. Ya no hay que llorar, sino actuar.