Manu Sánchez: «A Tierra de talento no viene el que quiere salir en la tele»
Canal Sur emite a partir de las 22 horas la gran final de la tercera edición del «talent show» andaluz
A sus 35 años y tras casi 20 años de trabajo a sus espaldas -participó en su primer programa a los 16 años-, este creador sevillano que ejerce de nazareno —«dos ciudades con los límites desdibujados»— produce y presenta esta noche la gran final de la tercera edición del programa que pretende ser la ventana de los andaluces para mostrarse en su mejor versión: «Tierra de talento». Manu Sánchez, productor, actor, periodista, presentador, escritor, showman... un hombre del Renacimiento que se considera «creativo», porque «al final esto va de ser observador, de contar y de crear». Con su propia productora, 16 escalones, apostó por ofrecer violines en el prime time del canal autonómico a través de una fórmula mixta «beneficiosa para todas las partes» que trabaja «codo con codo» con los profesionales de la cadena y que ha supuesto un espaldarazo para su propia compañía, tras conseguir récords de audiencias e incluso superar los sábados en prime time a varias televisones nacionales generalistas.
«Cambiar lo que había en el prime time de Canal Sur por violines, ópera, lírico, pop inglés, rock, heavy, danza urbana, flamenco con mayúsculas... parecía arriesgado e incluso los grandes agoreros decían que Andalucía no iba a consumir eso ni a comprarlo, y creo que el punto de inflexión no ha sido el programa en sí, sino lo que ha supuesto el programa. Con esa declaración de intenciones, y esa demostración de que Andalucía, también como espectadora de su cadena pública, cuando se le ofrece calidad, excelencia y variedad, sin lugar a dudas la han comprando, aplaudido y bendecido», afirma.
Son ya tres ediciones en las que han participado más de 300 concursantes. Una de las claves del programa es, además del premio —una beca de formación— el jurado, formado por cuatro grandes en su terreno cada uno, con prestigio y solvencia y el propio tratamiento del programa, que «no es amarillo ni sensacionalista».
«A tierra de talento no viene el que quiere salir en la tele, aquí de verdad se están presentando grandes artistas, gente con carreras hechas… hemos tenido participantes programados en el Maestranza, ganadores de concursos internacionales de música clásica que ya son concertistas…».
Esta noche hay que ver la final, en la que compiten doce finalistas, «porque es emocionante, diversos, es la guinda de un pastel que venimos cocinando con mucho cariño, trabajo y esfuerzo desde hace ya cinco meses, porque es la tercera edición de algo bueno para todas las partes que hemos conseguido mostrar al mundo entero la mejor cara de Andalucía. Y porque la final va a ser divertida, emocionante y muy agradable. Vamos a disfrutar de casi tres horas de un gran evento cultural», añade.
BUENA REGULAR MALA
«Mi hija, mi hermana» 22.00 La 2 Francia. 2015. Drama. 100 m. Dir: Thomas Bidegain. Con François Damiens, Finnegan Oldfield, Agatha Dronne.
Lejanamente inspirada en «Centauros del desierto», el francés Bidegain cuenta una historia familiar y de pradera, pero en Francia, donde toma cuerpo de intriga la desaparición de una joven y la obsesionada búsqueda de su rastro que comienza el padre tras un giro temporal desconcertante. La xenofobia juega también un papel crucial.
«Un mar de enredos» 22.10 Antena 3 EE.UU. 2018. Comedia romántica. 112 m. Dir: Rob Greenbrg. Con Ana Faris, Eugenio Derbez, Eva Longoria...
La misma historia que «Un mar de líos» (Garry Marshall, 1987), pero con los papeles intercambiados, rico con yate y empleada maltratada, papeles que hicieron Kurt Russell y Goldie Hawn (la del yate era ella) y que ahora son Eugenio Derbez y Anna Faris (el del yate es él). Por lo demás, la fórmula es lo que era.
«Fuga de cerebros 2» 20.00 Neox España. 2011. Comedia. 106 m. Dir: Carlos Therón. Con Adrián Lastra, Patricia Montero, Alberto Amarilla.
En la primera, se enviaba a Mario Casas a estudiar a Oxford, lo cual tenía mucha gracia; y en esta secuela, ya sin Casas ni Amaia Salamanca, a los personajes se los manda más lejos, a Harvard, pero no tiene tanta gracia; salvo la aparición, siempre surrealista, de Juan Manuel Montilla «el Langui».