ABC (Sevilla)

Escritos

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lo de amigos y conocidos que reunió alrededor de sus empresas periodísti­cas, caso de «Nueva Revista de política, cultura y arte»; o del ambiente político de partidos, donde era estimado por todos, simpatizar­an o no con él. Con respecto al liberalism­o político, y a los liberales, diría que su historia, desde su participac­ión en Unión de Centro Democrátic­o (UCD) hasta su integració­n en el refundado Partido Popular (PP) de José María Aznar, está aún por escribir», observa atinadamen­te el profesor cántabro Jaime Cosgaya, que ha vertido el fruto de su tesis doctoral en un libro de quinientas páginas publicado por la Editorial Universida­d de Sevilla.

A diferencia de las obras publicadas con anteriorid­ad sobre Antonio Fontán, este trabajo de investigac­ión se centra en su trayectori­a pública a partir de valiosa documentac­ión inédita, procedente en su mayor parte del archivo personal que el propio político sevillano le permitió consultar en vida.

¿Se ha puesto de relieve suficiente­mente el papel de Fontán y los políticos liberales en la Transición? «Pienso sinceramen­te que no. Mientras que el papel de Fontán en la historia del periodismo español, especialme­nte como director del diario «Madrid», ha sido objeto de estudio y de múltiples reconocimi­entos, su labor política tanto durante la Transición como en democracia, no ha merecido la misma atención».

En parte, porque Fontán no dejó memorias como tales, aunque de su pluma nacieron más de 800 publicacio­nes entre traduccion­es, ediciones críticas, libros, capítulos de obras colectivas, prólogos, artículos científico­s, ensayos divulgativ­os, notas de actualidad, columnas de opinión, reseñas y obituarios. Cosgaya sostiene que el estudio sistemátic­o de esa ingente producción escrita revela «una evolución en su pensamient­o político que apenas había sido advertida hasta la fecha».

Muchos de esos artículos periodísti­cos vieron la luz en ABC desde su primera colaboraci­ón el 17 de agosto de 1957 con un artículo titulado «Distinción del humanismo», aunque no fue la primera vez que Fontán ntán publicó en este periódico:o: en 1930, con apenas siete años, ños, dirigió una carta al director ctor de ABC de Sevilla sugirienen­do la alineación que España aña debía oponer a Portugal en un partido amistoso. Su abuelo materno, Eugenio Pé-Pérez Gullón, con quien pasasaba temporadas de verano no en Guadalcana­l, recortó ufafano la carta y se la reenvió alal nieto.

Fontán encontró en el periodismo una vía natuural de intervenir en polítitica. En cierto modo, esa peeripecia vital e intelectua­l al refleja de manera clara la a de la propia España, como o sostiene su biógrafo: «La a imagen del Fontán liberal, l, reflejada de un modo ya a manifiesto en los artícu- los que publicó tras su u paso por el diario ‘Madrid’, , y que habitualme­nte ha a

La publicació­n indaga en su trayectori­a pública con material inédito del archivo personal

No dejó escritas memorias, pero puso su firma en ochocienta­s publicacio­nes o más

sido la más destacada por la bibliograf­ía al uso, contrasta notoriamen­te con la del Fontán antilibera­l presente en las páginas de ‘La Actualidad Española’».

«Está claro que la cancelació­n del diario ‘Madrid’, no tanto la demolición del edificio, reforzó sus conviccion­es liberales y demostró su compromiso con la democracia y las libertades, otorgándol­e de paso un gran prestigio entre personas de distinto signo ideológico. Pero aceptar la invitación de dirigir el diario ‘Madrid’, y previament­e la de ser editoriali­sta, reflejan ya una evolución de su pensamient­o político een esa dirección, en la que el Concilio Vaticano II, y particular­mente la encíclica «Dignitatis Humanae» sobre la libertad religiosa y la actuación temporal de los cristianno­s, entre otros factores, ttienen mucho que ver», oopina su biógrafo. Ese momento en el tarddofran­quismo es punto de ininflexió­n también para su aamistad con Florentino PérezP Embid, con quien coincidióc­o en sus años universita­riosve en el Laboratori­ori de Arte que había puestoto en marcha el catedrátic­oco y decano Francisco MurilloM Herrera. En las aulaslas de la vieja Universida­d en la calle Laraña había coincidido­co con nombres ilustresil­u del panorama universita­riover sevillano como JoséJos Antonio Calderón Quijano,jan José Guerrero Lovillo, PatricioPa­t Peñalver Simó y Antonioton Millán Puelles. Pérez EmbidEm y Manuel Hidalgo NietoNie eran los animadores de «ese grupo de jóvenes intelectua­les, o más bien, de aspirantes a serlo» que se reunían de manera periódica en los cafés La Plata y Las Flores, en la Campana. La amistad con Pérez Embid, cuya labor como director general de Bellas Artes en la conservaci­ón monumental de Sevilla todavía es recordada, se mantuvo incólume a pesar del paso del tiempo. Pérez Embid le había sugerido el nombre de Fontán a Pedro Sainz Rodríguez como profesor del ambos amigos (Fontán y Embid) de una misma lealtad monárquica y la

Arriba, Fontán presidiend­o una sesión de la Mesa del Senado en la antigua sede del desapareci­do Consejo del Movimiento Nacional en octubre de 1977. Junto a estas líneas, con Santiago Carrillo, secretario general del PCE, en las Cortes Constituye­ntes

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