Un blog y una campaña de divulgación
La historiadora y catedrática Amparo Graciani es una de las personas que más saben en Sevilla de la Exposición Iberoamericana y sus conocimientos sobre el evento los pone a prueba a diario en un exitoso blog en el que relata el día a día de aquella muestra de la que
la Exposición Iberoamericana de 1929 y la Universal de 1992?
—Hay que tener en cuenta que en la Sevilla de 1929 había una pobreza enorme y una altísima tasa de mortandad. El analfabetismo era muy elevado y había muchos problemas de vivienda, de modo que no se pudieron vivir las dos exposiciones de la misma manera. La mayoría de los sevillanos no tenía dinero para pagar las entradas de los pabellones y buscaban los que eran gratuitos. Hay crónicas que hablan de muchas personas que asistían a las conferencias y actos del Pabellón de Nestlé para que les dieran luego muestras gratis de leche condensada. Las exposiciones del Pabellón de Brasil también tuvieron mucho éxito de público porque invitaban a café en el sótano.
—¿Mucha gente iba a los pabellones a que le dieran de comer?
—Había dos pabellones que contaban el gran público sigue desconociendo muchas cosas. Con un grupo de historiadores y amantes de la ciudad está promoviendo campañas de divulgación de ese acontecimiento excepcional que tuvo en el arquitecto Aníbal González a su principal hacedor y en el rey Alfonso XIII a su gran promotor. con grandes cámaras frigoríficas: Argentina y Uruguay. Se ubicaron alejados el uno del otro para no hacerse la competencia por las carnes y cada vez que venía un barco con alimentos frescos, que se exhibían como un producto estrella del país, se acababan repartiendo entre los centros de beneficencia. La pobreza que había en Sevilla se veía en las visitas a los pabellones de los centros de beneficencia, de los alumnos de los colegios públicos y las de los llamados obreros previsores, que seleccionaban a una persona para viajar a Sevilla desde cualquier lugar de España para conocerla. Esas visitas formaban parte de la campaña de propaganda del régimen de Primo de Rivera sobre la mejora del país, aunque la realidad sevillana era muy penosa. El papel del Ateneo fue muy importante para recaudar fondos contra la pobreza infantil. La Cabalgata de Reyes del 1930 fue muy especial.
—Las entradas de los pabellones se fueron abaratando para que la gente los pudiera visitar.
Y eso permitió que se popularizara a medida que fue avanzando y se fueron bajando los precios. En los últimos meses de la exposición se hicieron más espectáculos musicales en la Plaza de América, verbenas, etcétera. Pero siempre hubo dos expos del 29: la de la alta aristocracia y la de la gente. En la del 92 no fue así.
—¿Cuál fue el pabellón más popular?
—El que tuvo más éxito en su época fue quizás el de México. Era muy exótico, tenía vidrieras de colores en todas las plantas. Era un universo de color y resultaba muy atractivo. El pabellón de Colombia, cuando venían personalidades, era de los que más enseñaban. Hubo edificios como el de Guatemala, que se construyeron en plena exposición.