ELOGIO DE LA EXCELENCIA
La exposición de los nuevos elementos del paso del Cachorro tiene mucho de pedagogía. La del Patrocinio es una hermandad integrada en ese grupo que han mimado todos sus enseres de principio a fin. Ahí están Las Penas, La Amargura, El Gran Poder y casi Santa Marta, a la que aún le queda revisar la oscuridad textil de su grupo escultórico. Todas han buscado la excelencia desde cruz de guía al zanco del palio algo que, por desgracia, no ocurre ahora porque muchos han preferido la cantidad a la calidad. La primera lección de pedagogía que imparte El Cachorro en esta muestra comisariada por José Manuel Girela es que hay que buscar siempre la excelencia, territorio en el que se ubican las nuevas esculturas para el paso, que es obra de José María Leal con pinturas de Manuel Peña y los faldones bordados de Francisco Carrera. La segunda lección es no esquivar los problemas. Las andas del crucificado los tenían y con una simple revisión de volúmenes y la aplicación de los principios de la óptica se ha logrado un trono más proporcionado para el Cachorro. Pero es que también hay una tercera lección: asumir que un paso es sólo eso, un paso, un elemento funcional no sagrado que no se puede convertir en un objeto al que se venere tanto o más que la imagen. Estas tres lecciones se imparten en las salas nobles del Ayuntamiento en estos días. Ojalá que sirva para que muchos se miren en este espejo.