HO TORNARAN A FER
e han visto pocas providencias tan insensatas como la declaración de obligatoriedad de los ciudadanos de asistir en las mesas electorales —eso sí, embutidos en un complicado «Epi»— en plena pandemia descontrolada. Pero en Cataluña esa cuestión es ya baladí habida cuenta de cómo está aquel patio. Nunca habíamos imaginado una campaña electoral con nueve delincuentes —y hoy presidiarios en libertad consentida— posando en un cartel como el que hoy autoriza el populismo sanchista. Delincuentes y contumaces, como lo prueban sus propias declaraciones. Uno dice, en
Sefecto, parafraseando a Horacio, que en Cataluña no habrá independencia mientras los hijos (de los condenados por sedición) no asuman la obligación de morir por la patria: «Dulce et decorum est pro patria mori», ya saben. Otros resumen su rebeldía en una frase inexplicablemente impune: «Ho tornaren a fer»…, repetiremos el delito flagrante de sedición y que le vayan dando al Tribunal Supremo. Y por si algo faltara, el Dr. Sánchez ha puesto la suerte de las autonomías en manos de un saltimbanqui partidario de lo que nuestros trasabuelos llamaron la «destruyción» de España.
Ya veremos qué ocurre más allá de los sondeos, pero de momento parece evidente que, salga el resultado que salga, sólo dos posibilidades se abrirán al futuro inmediato: una Generalitat en manos de los propios delincuentes y afines, o un «tripartito» como el que ya padeció la región y pagamos entre todos, blanqueado, una vez más, por este PSOE en caída libre. ¿Que han prometido esto y lo otro? ¡Pero, hombre, no haga caso, sabiendo como sabemos lo poco que valen los «compromisos» en manos de estos trujimanes! Illa sueña hoy secretamente con un tingladillo compartido con los separatistas de ERC y apoyado por los antisistema de Podemos, ese espectro al que Sánchez hacía responsable de su insomnio, porque