El vivero independentista
soy un afortunado, encontré trabajo en una empresa de renovables», explica sin perder de vista a su hijo de un año y medio. En el campo, agrega, se vive principalmente de almendros y olivos, hay poco trabajo y es tan duro y mal pagado que pocos locales lo quieren hacer.
Trabas a la inversión
Los empresarios de la zona confirman el diagnóstico de los vecinos. «Aquí la actividad industrial es residual. Ahora, casi toda la población está concentrada en cuatro municipios. Generar actividad es complicado, es un tema que me preocupa», apunta Mónica Giménez, gerente de GAP, una importante cooperativa porcina de la zona. Para ella, uno de los grandes problemas es el exceso de burocracia, que paraliza los pocos proyectos que se emprenden. «Nosotros, por ejemplo, tenemos una inversión que lleva cinco años parada por los trámites, es una barbaridad la lentitud de la administración y hace que la gente se canse y pierda las ganas. En nuestro caso el problema viene de la Generalitat, que nos hace acudir a varios departamentos y agencias. Pasa también en muchas otras comarcas, pero contribuye a este estancamiento», certifica.
Enric Vall, empresario jubilado y delegado local de la Cámara de Comercio, es algo más optimista, pero reclama más el suelo industrial. «Solo hay vida donde hay oportunidades. Esta zona arrastra un problema de despoblación y envejecimiento desde hace mucho, 40 o 50 años. Pero si se trabaja duro, se podrán hacer cosas, nos toca insistirle a la administración, pero no nos cansaremos», promete.
«Agravio campo-ciudad»
Quienes gobiernan esta comarca reconocen los problemas, pero los encuadran en el eterno conflicto campociudad más que en un tema político. «Las administraciones grandes hacen poco y siempre nos acabamos quejando del agravio comparativo entre zonas rurales y urbanas, a veces parece que no tengamos los mismos derechos», reconocía a ABC Elena Llauradó, alcaldesa de La Granadella, otra pequeña población de la comarca. Según la edil, de Junts, los problemas principales son parecidos a los del resto de la «España vaciada». «Hace por lo menos veinte años que estamos en este bucle», agrega.
La mala cobertura, otro de los grandes temas aquí, dificulta además que estas comarcas se beneficien del éxodo urbano causado por la pandemia y el teletrabajo. Desde el consejo comarcal, su presidente, Jaume Setó (también de la formación que lidera Carles Puigdemont), resalta que la zona tiene grandes posibilidades de desarrollo en sectores como la viña, el turismo o las energías renovables, pero critica el olvido de las administraciones y la falta de recursos. «Estamos mal cuando podríamos estar bien, somos una comarca encantadora, pero si seguimos así y no se hace nada, al final no quedará gente», vaticina.