ABC (Sevilla)

El grito de un equipazo

Munir, Papu Gómez y En-Nesyri marcaron los goles en un encuentro que quedó marcado por la dolorosa lesión de Ocampos tras una salvaje entrada de Djené

- R. ARROCHA Getafe C. F.

Rubén Yañez Damián Djené Chakla Nyom Take Kubo (59) Maksimovic Timor (78) Cucurella (88) Aleñá (88) Jaime Mata (78)

Cabaco (59) Ángel (78) Cucho Hernández (78) Olivera (88) 3 1 0 1 78 137 11 23%

Munir se volvió loco, y con él todos los que vestían de blanco. El Getafe lo había perdido todo con la expulsión de Djené, y sólo 13 minutos después ya era golpeado como más duele. El portero visitante, Rubén Yáñez, le pedía serenidad a los suyos. «Vamos, vamos», vociferaba. Más gritos. Papu Gómez, tan pequeño como locuaz, se apuntó a la moda y comenzó a mandar. ¡Qué lujo es ver a un jugador de tan soberbia calidad en las zonas más caras del campo! El argentino parece que tiene ojos en la espalda. Antes de que le llegue el contrincan­te, ya se ha ido pitando buscando la meta enemiga.

Con el 1-0, y el Getafe defendiend­o como podía su territorio, el argentino se inventó un trallazo desde fuera del área que partiría el encuentro en mil pedazos. El balón, tras tocar en un defensa, se metió en la escuadra. De los gritos se pasó al baile. El baile del Papu. Munir, feliz, fue el que más lo intentó. Los demás, con menos ritmo, lo intentaron levemente. Hubo más risas que baile, más alegría que chillidos. La familia de Nervión seguía mirando al frente.

Aún quedaba fiesta en Nervión. En-Nesyri, al que también se le había anulado un tanto antes al entender el colegiado que el Mudo Vázquez, en fuera de juego, había participad­o en la jugada, seguía con ganas de un último grito. A punto de entrar en el minuto 90, el delantero se fue solo con el balón hacia el portero del conjunto madrileño y, tras regatearlo, metió el balón dentro de la portería. Otra vez, sí; otra vez. Más gritos. ¡Gol! El 3-0 comenzó a brillar en los marcadores. El delantero marroquí se inventó hasta una nueva celebració­n y se fue a buscar a sus amigos. Munir, de nuevo, se presentó de los primeros, dispuesto a cambiar la rabia del dolor de Ocampos por un brindis para el argentino. Por Ocampos. El grito del triunfo. El grito de un equipazo que rompe registros y que sigue creyendo que todo en familia es mucho más sencillo.

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Ocampos se marcha de Cucho Hernández y Maksimovic en un lance del partido; luego cayó lesionado tras entrada de Djené
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