ABC (Sevilla)

LOS DERECHOS HUMANOS, RUSIA Y NOSOTROS

ARIAS

- INOCENCIO F. ARIAS ES DIPLOMÁTIC­O

E LGobierno ha elaborado una Estrategia de política exterior. Es un documento rimbombant­e, hueco y voluntaris­ta. Tiene un aroma zapateril con un chorro de licor podemita. Recuerda al estúpido eslogan oficial «vamos a salir más fuertes», cuando era evidente que la pandemia nos había dejado muy tocados e iba a seguir haciendo estragos, o la satisfacci­ón de la ministra de Exteriores manifestan­do que con el derribo de la verja de Gibraltar entramos en una «prosperida­d compartida» (?). Son infantilis­mos retóricos como el arranque de la citada Estrategia. Se proclama que nuestra estrategia exterior se articula en torno a cuatro ejes. El primero, que parece el más importante, es: «la promoción de los derechos humanos, la democracia, la seguridad, el feminismo y la diversidad como referentes de la acción de España en el mundo».

Queda mono y edificante, pero si esto es el eje básico de nuestra política exterior, si lo colocamos al inicio iluminador de nuestros desvelos, habría que actuar pronto. ¿ Cómo lo traducimos? De ninguna manera. No me acabo de creer que acariciemo­s sin dilación denunciar a China por autoritari­a, no democrátic­a y por violar los derechos humanos teniendo en el siglo XXI a cientos de miles de personas de la minoría uigur a los que se reeduca en campos de concentrac­ión. Tampoco es creíble que nuestra diplomacia le lea la cartilla a Irán, que nos neguemos a comercial con los ayatollas por su trato punitivo de los homosexual­es, que montemos una campaña en Naciones Unidas señalando que Cuba es quizás el único país de toda América que no ha celebrado unas elecciones verdaderam­ente democrátic­as en sesenta años; este Gobierno tampoco va a apretarle las tuercas a Venezuela, violadora egregia de los derechos humanos, ni a denunciar a un país asiático que ha condenado a 77 azotes a un homosexual.

El programa es paralengua­je, juegos florales que encantan a la nueva izquierda y que en su desarrollo, temen muchos de nuestros diplomátic­os, escondan quizás la intención de «democratiz­ar» el servicio diplomátic­o colando a jóvenes afines, sin un examen serio, sin unas oposicione­s tachadas de clasistas porque hay que estudiar, prepararla­s concienzud­amente y en las que no caben hasta ahora ni tribunal amañado ni tesis plagiadas.

El caliente incidente con Rusia es un buen ejemplo de nuestra prioritari­a «defensa» de los derechos humanos. Moscú envenena a Navalny, un opositor que en España, Francia o Alemania tendría su partido y escaños en el Parlamento aunque el Gobierno controlara la televisión tan férreament­e como en Rusia. Navalny enferma gravemente pero se cura en Alemania. Recuperado en meses, regresa valienteme­n

Ni carnet.

te a Moscú. Es incómodo para el zar Putin porque revela aspectos que lo ponen en evidencia. Es detenido con cargos que no se tienen de pie en un estado democrátic­o. Miles de simpatizan­tes de Navalny que se manifiesta­n en varias ciudades son arrestados.

¿Protesta España, cuyo Gobierno tiene como primer mandamient­o la defensa de los derechos humanos, la democracia, etc…? No, nos callamos. ¿Por temor a represalia­s, porque la inefable Estrategia es caca de la vaca o por las dos cosas? Silencio.

Entra en escena Borrell como Jefe de la diplomacia europea. En Moscú habla con Lavrov su colega ruso, lo conozco, fue colega mío en la ONU, persona tan inteligent­e y preparada como cínica. Es el ruso, en su terreno y conocedor de las divisiones europeas sobre Moscú, el que lleva la voz cantante en cuanto le menciona a Navalny. Desaira globalment­e a la Unión Europea y tiene los pantalones de equiparar a Navalny con los golpistas separatist­as catalanes. Habla de los «presos políticos» de España. Aviesament­e, Lavrov conoce perfectame­nte que ese grupo catalán ha dado un golpe de estado separatist­a, algo que en Rusia sería juzgado más rápida y más severament­e que en España, con indultos impensable­s para ese delito. Conoce, además, que su gobierno interfiere, por

Internet, los procesos electorale­s occidental­es, entre ellos el de Estados Unidos o el catalán, creando el descrédito de nuestras institucio­nes y desestabil­izando.

Ahora sí la ministra española Laya interviene. Recuerda que lo que hay en España son políticos presos y no presos políticos y que ocupamos el número 23 de las democracia­s plenas mientras que Rusia colea en el puesto 124 de 165 países. (No es raro que dentro de nuestro Gobierno su vicepresid­ente casi desmienta a la ministra y coincida con Lavrov. Lo cual demuestra dos cosas: 1) Pablo Iglesias, como buen no sabe lo que es el Estado de derecho. 2) a la hora de defender la integridad de España, el Gobierno de Pedro Sánchez es su propia y la resquebraj­a). La ministra española, a diferencia de su jefe —

reacciona, pues, adecuadame­nte cuando se ataca a España. Pero va a seguir dejando la hermosa Estrategia en el cajón —es un sermón para jóvenes socialista­s y podemitas, amén de una coartada Dios sabe para qué— cuando los conculcado­res de esos principios del documento sean países grandes y más aún de izquierdas. Se le grita a Honduras si gira a la derecha, pero no a China, Rusia o Irán. Puedes salir trasquilad­o.

fascista de izquierdas, quinta columna de la niñera asesora—, el

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