La sintonía sentimental de la vida cotidiana
En la primera escena de esta singular historia de la radio, en su día mundial, se aprecia a Guillermo Marconi, el inventor de la telegrafía sin hilos, en la caseta de la Asociación de la Prensa, «donde los periodistas lo obsequiaron con chatos». A cambio, le entregó al presidente de la asociación un autógrafo suyo poco antes de que entrara la actriz María Gámez. Marconi había atracado su yate «Elettra» el 16 de abril de 1923 con el honor de ser cumplimentado por el gobernador civil y, cuatro días después, la visita a bordo del Rey Alfonso XIII mientras la Reina Victoria Eugenia y los hijos pasaban la tarde en el circo de la Feria de Abril.
Ese viaje de Marconi a Sevilla puede considerarse con propiedad como el inicio de la radiodifusión en la ciudad, aunque para observar radios de cretona y voces a distancia hubiera que esperar al año siguiente, cuando una asociación de radioaficionados funda Radio Club Sevilla, con el indicativo EAJ-5 que la acreditaba como la quinta emisora del país. A partir de su conversión en empresa para poder emitir los cinco minutos por hora de publicidad que permitía la ley, algunos de los primitivos socios se separan y fundan otra emisora: la EAJ-17 de la Asociación Radio Sevilla, cuyo nombre va a quedar ya indisolublemente unido a la ciudad desde ese momento. Al frente estaban Manuel García Ballesta y Ramón García Lara, según recoge el periodista Antonio Checa en su imprescindible «La radio en Sevilla (1924-2000)» en el que tiene documentados todos esos incipientes movimientos empresariales.
Referirse a la radio en Sevilla hace obligado hablar de Radio Sevilla y de uno de sus precursores, Antonio Fontán de la Orden, padre del que luego fuera primer presidente del Senado español cuando la restauración democrática de 1977 Antonio Fontán Pérez y de su hermano Eugenio, cuyo papel decisivo al frente de la principal empresa de radiodifusión española es insoslayable.
Fontán de la Orden fue el artífice de un acuerdo entre ambas emisoras por el que se ajustaban en días alternos con idéntica programación a las mismas horas de emisión. El experimento llamó la atención de Ricardo María Urgoiti, el empresario que había fundado Unión Radio con vistas a disponer de una red de emisoras por toda España. Urgoiti adquirió las dos sevillanas para combinar el nombre de una con el indicativo de la otra: así nació Radio Sevilla, EAJ-5, en el panorama de la radiodifusión española.
Conviene no perder de vista a Fontán de la Orden, a quien Ian Gibson atribuye algún tipo de complot con su amigo el coronel Cuesta Monereo para allanar la entrada de las tropas sublevadas en la emisora durante el alzamiento militar contra la República a partir de las cinco de la tarde del 18 de julio de 1936. De fuertes convicciones monárquicas, su propio hijo Antonio recordaba haberlo visto uniformado ese día a pesar de que había pedido el pase a la reserva cuando se proclamó la República.
Peor fue lo que vino después: el general Queipo de Llano explotó profusamente las oportunidades de difusión masiva a distancia que le ofrecía el nuevo medio de comunicación, todavía minoritario, porque en 1933 no llegaban a dos mil las licencias de receptores existentes en Sevilla. En la década de los años treinta del pasado siglo, la radio era elitista: un aparato de escucha no bajaba de las 200 pesetas, que era más de lo que muchos obreros sin cualificar cobraban como salario en un mes.
Pero Radio Sevilla tenía un alcance que permitía sintonizarla en casi
El éxito inicial de Radio Sevilla la mantuvo sin competencia hasta 1951 en que abrió Radio Nacional