ABC (Sevilla)

«Los mayores nos ven y notas cómo se les ilumina la cara»

Vacunador contra el Covid-19 Este enfermero es parte de los equipos que recorren las residencia­s andaluzas inmunizand­o a los mayores y sus trabajador­es

- José Ponce M. MOGUER

nación en el que se detallan todos los aspectos de cómo deben administra­rse las dosis.

En dicho protocolo se ha dividido a la población en grupos. Y se les vacuna por orden. En el 1 están los mayores en residencia­s y sus trabajador­es; en el 2, los trabajador­es sanitarios y de centros sociosanit­arios de primera línea, los que tienen contacto más estrecho con los pacientes; en el 3, los sanitarios con riesgo de exposición alto; en el 4, los grandes dependient­es; y en el 5, que empezó esta pasada semana su vacunación, los mayores de 80 años que no hubiesen recibido una dosis en residencia­s o centros de día. A ellos se unieron además los trabajador­es de ayuda a domicilio.

Por detrás está ya definido que en el grupo 6 estarán los colectivos con una «función esencial» para la sociedad. Aquí el Gobierno propuso a los policías, guardias civiles, militares y docentes. Andalucía, como Madrid, quiere añadir a trabajador­es de la hostelería y sector del taxi. Es algo por definir aún en detalle.

Diferente vacuna

En todo caso, no todos recibirán la misma vacuna. Quienes tengan menos de 55 años se pondrán la de AstraZenec­a y, mientras llegan las de Janssen, al resto se les administra las de Pfizer y Moderna.

De las vacunas de esta última compañía también saben en Bidafarma, porque se encargan igualmente de su gestión y distribuci­ón. Deben mantenerse a -20 grados «no solo aquí en la cámara sino también en su transporte», señalan responsabl­es de la compañía. La de Pfizer se envía a entre 2 y 8 grados para que se vaya descongela­ndo. Lo que sí funciona igual es la parafernal­ia de recepción, almacenaje y distribuci­ón. Policía, cámaras, decenas de ojos pendientes de cada movimiento...

El proceso de vacunación, clave para luchar contra la pandemia, está ahora mismo atascado preso de la falta de dosis, algo que ocurre en todas partes, ya que no es un problema exclusivo de Andalucía. Sin inmunidad de grupo, toca aguantar las medidas restrictiv­as que no solo minan la moral sino que ahogan a la economía. Así de importante es alcanzar el 70 por ciento de inmunizaci­ón. Por salud mental y económica.

Sin embargo, hay luz al final del túnel. Nuevos laboratori­os que tienen medicament­os listos para su aprobación, incremento de producción... El segundo trimestre de este 2021 va a ser clave para saber con mayor claridad cómo avanzará el proceso de vacunación en Andalucía.

Mientras, Carmen recibe su inyección ajena a todo esto. Con su segunda dosis solo habrá de esperar entre siete y diez días para ser inmune al coronaviru­s. Es uno de lo grandes logros colectivos de este año. Proteger a los mayores, quienes más han sufrido la pandemia.

—Vacuna usted a mayores en las residencia­s, ¿cómo les reciben?

—Con muchísima ilusión, no sabe. Tienen muchísimas ganas de vacunarse porque están cansados de no ver a la familia. Hay quien lleva casi un año en la residencia sin poder ver a sus hijos o nietos. Algunos antes de la pandemia por las tardes se iban a la calle, daban un paseíto, se tomaban un café con los amigos... Pero ya no pueden. Nos ven y notas cómo se les ilumina la cara.

—Se han conocido un par de casos de hijos que se han negado a que sus padres sean vacunados en la residencia en la que viven. ¿Se han encontrado algo así?

—No. La experienci­a de mi equipo es que todos los residentes se han querido vacunar. Habrá alguno que no haya querido, claro, pero no nos ha tocado. Sí que notamos que al principio había un pequeño porcentaje de mayores que sí se lo pensaba un poco. Pero eso es al principio del proceso, cuando vieron que era seguro y que era efectiva no hay ya reticencia­s. Si alguno a estas alturas no se ha vacunado es porque el médico se lo ha desaconsej­ado.

—¿Y los trabajador­es de e las residencia­s? ¿Hay y esa misma actitud po- sitiva?

—Sí, la misma. Es curio- so porque antes de em- pezar a vacunar teníamos un protocolo por si nos encontrába­mos con negacionis­tas. Pero al final es un tema que no hemos tenido que tratar.

—¿Cómo es el proceso de vacunar? ¿Qué pueden esperar quienes vayan a inmunizars­e ahora?

—Cada equipo de vacunación consta de tres enfermeros. Uno para preparar la vacuna, que tiene su trabajo. Otro la pincha. Y el tercero es el que anota los datos del paciente.

—¿Es muy complicado preparar las inyeccione­s? ¿Han tenido algún problema?

—Por ahora no hemos tenido problemas. El procedimie­nto es complejo, sí. Primero hay que disolver el líquido de la vacuna con suero. Se hace la mezcla y se agita de una forma concreta un número exacto de veces para que se mezcle. Hay que hacerlo con cuidado porque más que el calor lo que afecta a las vacunas de Pfizer es el movimiento.

—¿Son muy sensibles a los golpes?

—Mucho. El conductor de la ambulancia en la que vamos a los centros sabe que no puede coger badenes ni baches. Cuando la transporta­mos nosotrosso­tros ya no estestá congelada y no se

puede pu agitar mucho.

«El conductor de la ambulancia no puede coger badenes ni baches para no dañar la vacuna»

—[Se ríe] Sí, pero se entendió lo que quiso decir. Antes quedaba un resto que no se usaba. Pero desde el 8 de enero ya sí se extrae e inyecta.

—Hay políticos que se han vacunado a destiempo asegurando que lo hicieron para no echar a perder una dosis...

—No nos ha pasado. Nosotros tenemos una lista de sanitarios a los que llamar si sobra una dosis para ponérsela. Aquí se hace bien.

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ROCÍO RUZ José Ponce, enfermero que trabaja en uno de los equipos de vacunación contra el coronaviru­s
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