«Me ofrecieron salir bien parado si involucraba a Rubalcaba»
Le llamaban Lleida y entregó 30 años a la lucha antiterrorista. Pasó de ser un policía laureado a un apestado, el del ‘chivatazo’ del bar Faisán: 18 meses de condena sepultaron su brillante carrera
nrique Pamies (Valladolid, 1961) se envenena si se muerde la lengua. Menos ahora que ya ha perdido lo que dio sentido a su vida: la lucha contra ETA. «Es mentira que solo con el Estado de Derecho se acaba con el terrorismo», dice. El que fuera jefe superior de Policía del País Vasco y liderara la desarticulación de 50 comandos desgrana por primera vez en «Cómo luché contra ETA» (Almuzara) de Pablo Muñoz y Antonio Sala la trastienda de un combate desigual donde unos ponían las bombas y otros los muertos. Jubilado a la fuerza, el comisario sin catecismo repite una y otra vez una palabra denostada: lealtad.
E—¿Dio usted el chivatazo del Faisán?
— No, por enésima vez, no.
—¿Pero hay una sentencia del Supremo que le condena por revelación de secretos a 18 meses de cárcel?
— Bien, es algo con lo que tengo que apechugar y he apechugado. La sentencia quedó en suspenso durante tres años que se van a cumplir dentro de poco. El Supremo se limitó a decir algo que ya estaba allí. Se puede ver tanto en la sentencia de la Audiencia Nacional como en la del TS que todo se basa en la escucha de una baliza de audio colocada en un vehículo que fue anulada por el Constitucional. Pero cuando fuimos al TC ni entraron a valorar. Dijeron que no tenía valor constitucional. No lo tendrá para ustedes; para mí, sí. Nos llegó que iban a admitir a trámite nuestro recurso, pero llegó un abogado del Estado con un informe y alegaron eso, que no tenía valor constitucional. No es por malpensar, pero creo que Soraya Sáenz de Santamaría era abogada del Estado, y Macarena Olona... Si algún jurista lee la sentencia verá que sin en esa baliza no hay caso y en España lo que vale son las pruebas. Se nos tendría que haber revisado, al menos. No hubo interés en ello.
—¿Pero una decisión como el chivatazo, alertar a ETA de una operación, la puede tomar un mando policial por su cuenta o tiene que darla un responsable político?
— A ese nivel es imposible que un mando policial lo haga. Tiene que ser bajo las órdenes o con la anuencia de un mando político.
—¿Usted dice varias veces en el libro que las órdenes se cumplen y, por tanto, si a usted le hubieran dado esa orden la habría cumplido?
— Quien me conoce –y políticos me han tratado unos cuantos– ninguno se hubiera dirigido a mí, pero si lo hubiera hecho las habríamos tenido tiesas. No sé si la hubiera llegado a cumplir aunque no hubiera sido como parece ser que sucedió, según la sentencia y los medios periodísticos. Aquello no tenía sentido. Se pueden hacer perrerías de mil formas y hacerlas bien. —Insisto, según la sentencia hubo un chivatazo. Quien lo hiciera (porque usted lo niega), ¿buscaba favorecer a ETA o era una estrategia más para luchar contra la banda?
— Favorecer a ETA desde el Gobierno, en aquella época, imposible. Lo que se buscaba entonces era acabar con ETA legalmente. Está claro que era una estrategia, que yo entiendo, porque he sido 30 años policía en el País Vasco y se han hecho mil cosas que la gente no podría entender desde su carnicería o desde su puesto en una fábrica. Hoy se habla de las cloacas del Estado dándole un tono peyorativo. En todos los países hay cloacas y ¡ay! de los que no las tengan. Llámele cloacas, servicios secretos, operaciones en negro. Quizá aquí es peyorativo porque algunos las han utilizado para beneficio de un partido político y eso sí que es inadmisible. Pero para defender a tu patria lo que haga falta.
—Tal vez aquí las cloacas las han in
— A algunos no los conozco y a los que sí conozco operativamente dejaban bastante que desear. Una cosa es estar en Madrid y otra en las trincheras. No puedes usar los servicios del Estado que están para proteger a tu patria para beneficiar a un partido esté en el Gobierno o en la oposición. Tendrían que ser ilegalizados esos partidos. —Cuenta usted episodios como la orden de no intervenir en otra vigilancia al aparato de extorsión de la banda. Es previo, pero se parece bastante al Faisán. ¿Ha habido otros chivatazos que no conocemos?
— Ha habido, hay y supongo que habrá. Es más difícil con el yihadismo pero cuando tienes un enemigo interno, aquí, juegas con todas tus cartas. Cuando se nos dan las órdenes por algo se nos darán. Pero no sé si llamarles chivatazos. La lucha antiterrorista supone salvaguardar la vida de españoles. Hay que hacer lo que haga falta y no siempre tiene que trascender. Un exetarra me dijo una vez: el problema que tenéis los españoles es que lo contáis todo. Al ciudadano le tienes que presentar el plato, no cómo has hecho ese plato, ni quién es el cocinero o el pinche...
—¿El Faisán fue un caso político?
— Que se hizo político después es evidente. Lo cogió el PP de aquel entonces, el PP de Madrid porque en otros sitios de España nada que ver. En Madrid, también el PSOE, si pueden destrozar algo para sacar mil votos, lo hacen. Y así nos luce el pelo.