ABC (Sevilla)

Recuperaci­ón de «clásicos» pero también inéditos y nueva creación

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La editorial sevillana Matraca también lleva desde 2017 recuperand­o títulos de literatura ‘pulp’ patria, en una labor, según cuenta el editor y también vicepresid­ente de Achab, Pepe Cueto, que «no tengo enfocada como negocio, sino con una perspectiv­a cultural al margen de las grandes editoriale­s, tratando de funcionar como el sello City Lights de la Generación Beat». En su sello, Cueto no sólo recupera añejos bolsilibro­s, sino que ha logrado que autores como Joseph Berna retomaran la escritura y crearan nuevas novelas.

Vehículos de evasión

Entre los grupos editoriale­s andaluces, Renacimien­to ha prestado atención a la novela popular, rescatando títulos de la editorial Molino y publicando monografía­s como la reciente, coeditada con el Centro Superior de Investigac­iones Científica­s, ‘Una historia de la novela popular española (1850-2000)’, que aspira a ser referencia en el tema y que escribe Fernando Eguidazu, uno de los mayores expertos y que dispone de una colección que supera los 50.0000 volúmenes originales.

Eguidazu explica el éxito que tuvo la novela popular tras la Guerra Civil y hasta los años 60 en que, en aquella época, «España era un país muy pobre y con una situación muy dura. Estas novelas eran una de las pocas formas de evasión que tenía la gente. Había cine, pero era muy limitado, y fútbol, pero no había tele ni la gente viajaba. La imaginació­n de la gente se nutría de estas novelas».

«Aquí no había diversión y tu padre te daba un duro para tirar toda la semana. La diversión era leer y era barata, porque comprabas las novelas y después las cambiabas. Con eso se iniciaron en la lectura un par de generacion­es», añade Charlo.

Eguidazu estima que el 99% de estas novelas «era de calidad muy mala», ya que respondían a patrones muy estereotip­ados, como una extensión de unas 84 páginas, escritas a toda velocidad, con limitacion­es de la censura estatal y editorial, y en la que siempre triunfa el bien». A estas limitacion­es, hay que añadirle queq salvo excepcione­s,p, como Ma

El auge del bolsilibro no se centra solo en su recuperaci­ón. En n este campo destaca la labor de Achab, empeñada en recuperar libros «de los años 40 a los 80. Nuestro proyecto es sacar r un libro de un autor determina- do al año que incluya luyaa seis de sus novelas», explica su presidente. e. En estas reedicione­s se deja notar el cambio en las preferenci­as del público. Si en los años dorados del bolsilibro el rey era el Oeste, ahora «el gusto ha cambiado y lo que más gusta es el terror y la ciencia ficción, que entonces eran géneros marginales», señala el editor de Matraca y vicepresid­ente de Achab, Pepe Cueto. En su editorial, lleva una línea de recuperaci­ón en la serie ‘Tocho y Medio’, en la que ha reeditado la serie completa de ‘Piratas’, de Curtis Garland, y toda la narrativa de terror de Joseph Berna. Estos lanzamient­os, de 400 páginas, tienen una periodicid­ad mensual. A esta colección se suma ‘Serie Beee’, en la que Cueto publica obras antiguas que quedaron inéditas con el cierre de Bruguera, pero también nuevas novelas de Joseph Berna. «Llevaba veintidós años sin escribir y lo convencí para hacerlo otra vez», señala Cueto, quien incluye tatambiéna­mbién en esta colección a auautores actuales sedseducid­os por el género,gén como Sergio SalvadorSa Campos, NicolásNic Martínez Cerezo,Cer Tony Jiménez, TamaraTam López y David Piulé.Piu No son los únicos escritores­esc atraídos por estos añejos bbolsilibr­os, pues en Achab también se puede encontrar al escritor sevillano y ganador del Premio Tusquets Daniel Ruiz, quien reivindica para estos autores el reconocimi­ento que les han negado los manuales de literatura. Como dejó escrito en una reseña sobre la biografíaf­ía de Curtis Garland: «La aportación de este conjunto dee autores es una de las más extraor-dinarias que haya dado la literatura en castellano, tantoo en su vertiente literaria como en la social».

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