ABC (Sevilla)

Chick Corea y Paco de Lucía vuelan ya como el pájaro negro

‘ZYRYAB’

- ALBERTO GARCÍA REYES

guitarra de Paco tenía en su abismo un grito de revancha. A su padre le habían partido el almario en una fiesta de señoritos y el niño de la portuguesa Lucía Gomes sólo tocó desde entonces para rehabilita­r las astillas de su cultura. El piano de Armando Anthony tenía muelas en vez de teclas. Corea conseguía confundir el gusto con el tacto para restaurar los estándares de su música, atribulado­s en el laberinto del alarde desde que los infrasonid­os de Miles Davis cayeron derrotados por el virtuosism­o de sus imitadores. Paco y Chick se conocieron para cambiar sus tradicione­s. Mezclaron sus caños en un mismo caudal que el americano de sangre mediterrán­ea definió con la precisión de un zahorí: «No sé cómo se llama». Un nombre es una limitación. Y si se sustantiva­ra esa forma de tallar el sonido, no se podría decir que Corea tocaba el piano con los dientes y Paco la guitarra con la lengua. Ambos sublimaron la materia prima de la música: el genio es el que puede interpreta­r con las manos atadas. Chick Corea hacía sonar el piano con su danza mandibular, la boca entreabier­ta, las gafas empañadas, y no destapaba sus fuentes. El estilo es una innovación que todos creen que ya estaba inventada. No es repetir un patrón para que te lo atribuyan. Es firmar lo que ya existía y nadie había visto. Y en el cruce de corrientes del flamenco y el jazz, cordaje y teclado, Paco de Lucía y Chick Corea dejaron sus huellas dactilares impresas en el tiempo. En ‘Touchstone’, con Al di Meola, cavaron el agujero donde todavía está sepultado el duende. Piedra y hueso. Obra descarnada. Los compadres mezclaron en la fosa de la sonanta sus tierras nativas, una palada tú, otra palada yo, para fundar la patria del silencio, ‘The yellow nimbus’, el halo cetrino, la canasta gitana de Camarón y el vibráfono yanqui de Gary Burton.

En el festival de Vitoria vi cómo se miraban mientras tocaban ‘Zyryab’. Estuve en el mañana. Y ahora que los dos están durmiendo en las alas del pájaro negro creo tener la certeza de que la guitarra rota del padre de Paco está sonando por bulerías para que la quijada de Corea improvise todas las notas que no existían y que no volverán a existir.

A L

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