ABC (Sevilla)

DERECHA Y CATARSIS

Para resistir el empuje de Vox, el espacio liberal necesita un proceso de confluenci­a… y líderes que lo emprendan

- IGNACIO CAMACHO

EN las elecciones catalanas de 2010 salieron 21 diputados de centrodere­cha: 18 del PP y 3 de Ciudadanos. Sólo uno más que en las del pasado domingo, divididos ahora entre tres partidos. Eso no impidió a Rajoy ganar por mayoría absoluta en España el año siguiente. En 2015, todavía antes de la irrupción de Vox, fueron 36 los escaños liberales en el Parlament (25 de Cs y 11 del PP), y sin embargo dos meses más tarde no lograron masa crítica entre ambos para formar Gobierno en las generales. Por tanto, cuidado con las extrapolac­iones simples; Cataluña es un sistema político singular en el que la hegemonía nacionalis­ta dibuja un contexto distinto al nacional y rompe cualquier esquema de conclusion­es lineales. Allí los conservado­res y los centristas disputan la primacía de la oposición, el voto del hartazgo ante el soberanism­o obligatori­o, mientras en el conjunto del país pugnan por el poder frente a la izquierda. El primer objetivo exige un discurso contundent­e y resuelto que sólo Vox ha sabido plantear con los adecuados registros emocionale­s; el segundo se conquista desde posiciones moderadas, constructi­vas, responsabl­es. El grave error de los naranjas y los populares ha sido el de confundir de modo incomprens­ible la propuesta, el tono, el momento y las prioridade­s. Y como en política la derrota siempre cobra peajes, a sus dirigentes les toca ahora pasar por el correspond­iente proceso de catarsis.

Pero eso no consiste, o no sólo, en entregar cabezas. Desde luego tampoco en culpar del descalabro a factores imponderab­les o causas ajenas. La madurez del liderazgo se demuestra asumiendo culpas y revisando la estrategia sin temor a las consecuenc­ias. Lo que está en juego es el modelo de sociedad que representa ese conjunto de valores que llamamos derecha, cuyas posibilida­des de éxito a escala de país son prácticame­nte nulas si sus defensores siguen divididos en tres fuerzas. Como Vox se ha ganado en Cataluña el derecho a competir por su cuenta parece evidente que hay otro partido que se está descolgand­o de la carrera. La honorable vocación de bisagra de Cs la han arruinado la ambición mal medida de Rivera y el sectarismo de Sánchez e Iglesias. Con el PP sumaría capital humano e implantaci­ón orgánica para una refundació­n digna del espacio liberal en alguna plataforma de confluenci­a que permita unir el esfuerzo de quienes comparten las mismas ideas. Con éstos u otros líderes, si los hay dispuestos a asumir la tarea.

Ése es el reto histórico de Arrimadas y de Casado, más allá del natural intento de salvaguard­ar sus puestos a corto plazo esquivando las responsabi­lidades del fracaso. El proyecto vale la pena y los gobiernos autonómico­s que comparten forman una estructura idónea para abordarlo. Hay tiempo pero si no quieren o no pueden más vale que se echen ya a un lado: carece de sentido esperar dos años para darse otro batacazo.

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