ABC (Sevilla)

Los Hermanos Marx arbitraron en Villarreal

- FRANCISCO PÉREZ

UVO algo de los Hermanos Marx la cosa. Figúrense el camarote (cabina VAR) lleno hasta las trancas de colegiados y técnicos y luego a Jesús Gil Manzano, el colegiado extremeño, entrando de perfil en él, porque no cabía un listo más. Una, dos, tres repeticion­es tratando de visualizar todos un balón dando en la mano de Emerson y como no se observa nada, pues cuatro, cinco y seis más hasta que el árbitro principal se vuelve al campo con cara de ¿para qué me ha alertado con la bocina Harpo, si yo no he visto una mierda? y Groucho se va al punto de penalti. Le da vergüenza haberse pasado una eternidad ante el monitor y dejar luego mal a su compañero, Javier Alberola. Para él, árbitro internacio­nal, estos son sus principios y si no gustan, tiene otros.

TEl compaginad­or, Bilardo dixit, había vuelto a la escena del crimen tras asegurarse de que la víctima había quedado bien rematada y el asesino, huido

Lo grande vendrá después, cuando se lanza el penalti y el Villarreal se mete de nuevo en un partido que dominaba con la punta del borceguí el Betis, y aparece una nueva imagen, ocultada a todos hasta entonces, vayan a saber por qué, tomada desde atrás, en la que se observa como el balón pasa por debajo de la axila de Emerson sin rozar ni un pelo y no porque el lateral se haya realizado una depilación brasileña, que sería lo suyo. El compaginad­or (así llamaba Carlos Salvador Bilardo al editor de las imágenes) había vuelto a la escena del crimen no sin antes asegurarse de que la víctima había quedado bien rematada y el asesino, huido.

Después, Gil Manzano, atormentad­a su conciencia, se convirtió en el mejor defensor bético, llegando a recordar sus tiempos en categoría provincial cuando en la última jugada del partido no concedió una ley de ventaja de libro al Villarreal, que acabó con el balón en las redes y con Joel suspirando de alivio. Aún le quedaría al extremeño una guinda desquiciad­a con la que coronar el mamarracho de pastel con que obsequió a la concurrenc­ia, al expulsar a Unai Emery en el túnel de vestuarios por gritarle este «siempre en contra nuestra», lamento tan falso como sobradísim­o de castigo.

Corolario: este tipo, dicen, será nuestro representa­nte en Qatar. Alá, a ti te lo confiamos.

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