CANCELAR LA DEUDA: ILEGAL, IRRESPONSABLE Y DAÑINO
LACALLE
Las quitas existen, sí: son la evidencia de la insolvencia de un emisor. Lo que no existe es una quita para gastar más y endeudarse más todavía, que es lo que han propuesto Narbona y Podemos
LA presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y el responsable de Economía de Podemos, Nacho Álvarez, lanzaron la bomba pidiendo la condonación parcial de la deuda acumulada por el Banco Central Europeo (BCE). A ellos se unió el economista Thomas Piketty, creador de las propuestas más disparatadas abrazadas por la extrema izquierda, que exige una condonación de la deuda de los gobiernos en manos del BCE «a cambio de mayor inversión pública»… que se pagaría con más emisión de deuda pública. Fascinante.
Ante esas disparatadas propuestas, Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, zanjó la polémica con dos evidencias. «Cancelar la deuda es ilegal y además no tiene sentido económico», explicó. La primera parte es obvia. Lo prohíben los estatutos del BCE. La falta de lógica económica la explico. Una quita o cancelación de deuda es la evidencia de la insolvencia del emisor. Si, como repiten el PSOE y Podemos, la solvencia y credibilidad crediticia de España no están en juego ¿por qué pedir una cancelación? Si, además, como sostienen Álvarez, Piketty y otros defensores del masivo endeudamiento estatal, el déficit no es un problema y aumentar la deuda no es problema porque «crea reservas», ¿por qué cancelarla?
El líder de Podemos pide que Europa y el BCE nos condone deuda mientras exige endeudarse mucho más monetizado por el BCE pero además quiere tener la opción de salirse del euro. Que Narbona firme una petición así solo demuestra lo huérfana que se ha quedado la dirección del PSOE de economistas creíbles.
El Estado español se financia hoy a tipos negativos y la prima de riesgo es extremadamente baja. Sería un error pensar que la prima de riesgo y bajos tipos son consecuencia de la buena política del Gobierno. Es porque nos avala Europa y, en particular, Alemania, ya que los contribuyentes europeos sostienen la credibilidad del euro y con ello el BCE puede llevar a cabo políticas expansivas.
Las quitas existen, por supuesto: son la evidencia de la insolvencia de un emisor. Lo que no existe es una quita para gastar más y endeudarse más todavía, que es lo que proponen estas personas. Lo que piden es la monetización directa por parte del BCE de todo y cualquier gasto público sin límite ni diferenciación. Es decir, copiar a Argentina. Ni a EE.UU. ni a Japón ni a Reino Unido se les ocurre semejante disparate. Porque perderían su estatus como reserva global.
El BCE ya ha comprado el 100% de las emisiones netas y de alrededor del 30% de la deuda de España. ¿Con qué lo ha comprado? Con la solvencia crediticia de los agentes económicos de toda la eurozona. La deuda no es un simple apunte contable y el BCE no puede cancelarla a placer. El BCE puede endeudarse gracias a la fortaleza de los ahorros y economía de los países miembros de la eurozona. Y cuando compra bonos de España, para el banco central nuestra deuda es un activo de máxima seguridad que tiene valor siempre que cumplamos con nuestros compromisos crediticios y seamos deudores fiables. Si el BCE eliminase esa deuda de su balance destruiría sus activos, y con ello la confianza en la viabilidad de estos y su capacidad de mantenerse como un banco central líder.
Cancelar la deuda en manos del BCE destruye su posición global como prestamista y garante de último recurso, porque demuestra a los inversores del mundo que sus activos (la deuda de los países que ha comprado) son insolventes y que lo que parece puntual ahora puede ser recurrente en el futuro, destruyendo la credibilidad del euro y del BCE. Eliminar del activo del BCE los bonos de España, Italia o cualquier país pone en seria duda la estabilidad, solvencia y credibilidad del sistema. No solo es reconocer que no somos solventes los emisores, es que pone en duda a todo el sistema. No solo es falta de lógica económica, es gorroneo a todos los contribuyentes europeos.
En el momento en el que el BCE reconociese, con una provisión multibillonaria, pérdidas en una importante parte de sus activos, destruye la confianza en la solvencia del emisor de los que le avalan —el resto de los países de la Eurozona— y genera una espantada global de inversores en deuda europea ante el riesgo de ver sus inversiones evaporadas la próxima vez que se les ocurra lo mismo, que será dentro de poco tiempo. Y con ello termina destruyendo al euro como moneda de reserva y al BCE como prestamista de último recurso.