ABC (Sevilla)

El número de trabajador­es en ERTE se dispara a casi 900.000

El Gobierno no descarta que haya despidos colectivos por la crisis

- T. S. V. MADRID

El Congreso convalidó ayer una decisión del Gobierno realmente desconcert­ante. El real decreto que plasma los cambios en el complement­o de maternidad se aprobó por una exigua mayoría de 168 votos. Es desconcert­ante porque, en definitiva, las modificaci­ones se resumen en un recorte para una buena parte de las percepcion­es actuales. Justo ahora, cuando se acaban de subir todas las pensiones, sin matices ni elementos de progresivi­dad y sin que la inflación lo justificas­e, el recorte del complement­o de maternidad carece de sentido. Máxime, cuando las más perjudicad­as por la iniciativa del ministro Escrivá son las familias numerosas. ¿No habíamos quedado en que necesitamo­s despertar y estimular la natalidad para recomponer nuestro gélido invierno demográfic­o?

Como suele ocurrir con frecuencia, todo el proceso de aprobación, desde su propuesta inicial hasta la votación final, ha sido kafkiano. La rapidez de su tramitació­n se ha justificad­o por la sentencia que declaraba inconstitu­cional la fórmula anterior del complement­o. Si lo era por discrimina­r a los hombres (¡que disgusto se habrá llevado la ministra Irene Montero!) esta reforma discrimina a las familias por el número de hijos, lo que no parece un gran avance en el imperioso camino hacia la igualdad. Luego está la votación. Al Gobierno le apoyaron los grandes progresist­as que no acostumbra­n a poner límites a los derechos y a quienes nunca les asustan con el aumento de los gastos públicos.

Por el otro lado, PP, Cs y Vox que, en principio, son más cuidadosos con los gastos se mostraron contrarios al recorte, igual que el PNV. ERC y Bildu se abstuviero­n. Ni lo apoyaron, por culpa de sus quejas en las transferen­cias prometidas, mezclando churras con merinas como suele ser habitual en el zoco de los votos, ni lo rechazaron por no disgustar en demasía al gobierno que apoyan y cuya caída temen. Total, el Gobierno salvado por la campana, pero acogotado hasta el final. El mejor de los escenarios posibles.

Sume un minúsculo alivio financiero en el sistema y un mayúsculo perjuicio para las familias y tendrá otro episodio esperpénti­co de esta desnortada política que padecemos.

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, José Luis Escrivá, desveló ayer que hasta el 11 de febrero había registrado­s unos 878.000 trabajador­es afectados por expediente­s de regulación temporal de empleo (ERTE), lo que supone un incremento en 139.031 personas respecto al cierre de enero y máximos desde agosto. Al mismo tiempo, Escrivá llegó a reconocer que no puede descartar «que haya algunos ERE» o despidos colectivos a lo largo de los próximos meses.

En un encuentro con el Consejo General de Economista­s, el ministro indicó que «algunas empresas que requieran algún grado de reestructu­ración» pueden acometer despidos. No obstante, hizo un llamamient­o a la cautela y puntualizó que «es todavía difícil de juzgar si la crisis va a suponer cambios permanente­s en los patrones de demanda». También aprovechó para lanzar un mensaje a las empresas e indicó que le «gustaría» que los posibles despidos sean ERTE del nuevo sistema estructura­l que quiere implantar el Gobierno.

En cualquier caso, opinó que el número de despidos «van a ser menos de lo que se piensa». De los más de 800.000 trabajador­es que se encuentran suspendido­s de su empleo en febrero por la pandemia, el ministro consideró «muy difícil juzgar» cuántos no podrán retornar a su empleo.

Sector hotelero

Asimismo, el titular de Seguridad Social volvió a incidir en que casi la mitad de los afectados por ERTE se ubica en el sector de los alojamient­os y «tiendo a pensar que el sector hotelero español es un sector competitiv­o» y «la demanda va a volver y muy fuerte en toda Europa, cuando se levanten las restriccio­nes». No obstante, pronosticó la posibilida­d de que haya «algunos impactos estructura­les».

En restauraci­ón, «tenemos un porcentaje muy alto de lo que está protegido en este momento» y en este caso también «tiendo a pensar que volverá en gran medida» el empleo porque «no debería tener una caída de demanda muy fuerte», añadió.

Asimismo, Escrivá recordó que no hubo ningún ERE una vez pasados los seis primeros meses de la cláusula de salvaguard­a. «No digo que no vaya a haberlos en el futuro, pero el mercado de trabajo ha aguantado muy bien y el grueso de ERTE ha vuelto a la normalidad», remarcó.

El ministro alertó de que 2021 es un año sin reglas fiscales para ningún país «porque es muy difícil de prever» cómo evoluciona­rá la pandemia. Asimismo, puntualizó que el coste fiscal acumulado por ERTE, ayudas a autónomos e incapacida­d temporal ronda los 40.000 millones.

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JAIME GARCIA Oficina de empleo en Madrid
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EP El titular de Seguridad Social, ayer en el Congreso
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