«TIENES UNA CORAZA»

‘La Isla de las Tentaciones’ ya es una larga reflexión coral sobre la seducción (el de las «palpitaciones») pero también ellas. Es una frase que desarma. La persona que la escucha siente por fin que unos ojos captan el trasfondo. La coraza presupone la dualidad exterior-interior, alma-cuerpo, clásica en ‘Mujeres y Hombres’, pero añade algo a modo de frontera o resistencia. Decir «me gusta tu interior» es muy barato. No somos solo un exterior (bello y quizás tonificado) y un interior (insondable y frágil), hay algo entre medias, un acertijo, una armadura. Por eso el ‘tentador’ que la nombra introduce una mayor sutileza y complejidad en la conversación (que ya hemos visto es seducción y metaseducción).

Tras esa coraza aguardan los tesoros de nuestro yo, las minas de nuestro metal precioso, y alguien por fin lo ha sabido ver, ha percibido nuestra vulnerabilidad, los ‘filtros’ (otra palabra frecuente) con que nos enfrentamos al mundo. No solo ha visto nuestra debilidad, ¡ha visto nuestra dureza de señor Darcy!

Quitar esa coraza es el primer paso para quitar todo lo demás, pero hay que saber verla. La coraza es la muralla de la resistencia romántica, y sobrevive como tópico amoroso en la isla del descoque tentador.

Los viejos ‘tener química’ o ‘feeling’ se van sustituyendo por ‘conexión’ o ‘tensión sexual’