GRAN BODA: ODIO Y FALSEDAD
El secesionista totalitario, que odia a quien no piensa como él, precisa de la falsedad de aparecer él como víctima, cuando es él quien persigue, quien acosa, quien acorrala
PRIMERO en Barcelona, y después en otras ciudades españolas, tuvieron lugar los festejos motivados por la acostumbrada boda entre don Odio y doña Falsedad. Doña Falsedad acudió a la ceremonia con su vestido verde, que es el color de la envidia, y don Odio con su habitual uniforme rojo, símbolo de «a sangre y fuego», aunque en esta ocasión la sangre no fue mucha, y el fuego podríamos decir que fue un fuego de mierda, porque se centró en los contenedores de basuras.
Hay que destacar que la Falsedad adquirió un retorcimiento deslumbrante, porque convirtió a un hombre violento, enemigo de los periodistas, a los que ataca físicamente, o se siente defraudado cuando no los matan, o aconseja el asesinato para que se callen, precisamente a esta persona que se pone furiosa cuando los demás no dicen lo que él piensa, la han convertido en el héroe de la libertad de expresión, que viene a ser algo así como si la asociación de vegetarianos nombrara socio de honor al propietario de una cadena de asadores segovianos. Por si fuera poco, los amigos de la parte del novio, el sindicato de odiadores, actuaron como si fueran los alumnos aventajados de un curso de juventudes hitlerianas haciendo las prácticas, y, con un cinismo pasmoso, se autodenominan antifascistas. Parece que los cristales de los escaparates, las motos aparcadas en la calle y las papeleras, merced a una transformación que requerirá explicaciones científicas, se han convertidos en fascistas.
Por si fuera poco, miembros de uno de los partidos que forman el Gobierno de España, o bien se mostraron mudos o incitaron a que los totalitarios que tomaban las calles prosiguieran su labor, esas imágenes difundidas por todo el mundo que tanto contribuirán a ahuyentar turistas, si es que, llegado el día de volver a viajar, quedan establecimientos que no han cerrado.
El odio necesita de la falsedad. El secesionista totalitario, que odia a quien no piensa como él, precisa de la falsedad de aparecer él como víctima, cuando es él quien persigue, quien acosa, quien acorrala a los que pretenden escaparse de sus reglas. Y el totalitario comunista, que odia la democracia y la libertad, necesita fundamentar su odio en la falsedad de que un violento, con antecedentes penales, perseguidor de periodistas, sea el paladín de la libertad de expresión, convirtiendo al verdugo en mártir.
Esta semana el odio y la falsedad celebraron sus acostumbradas nupcias, porque se necesitan. La falsedad soltera no aprovecha a nadie, debe tener a su lado el engaño, la avaricia, la ambición… o el odio. Y el odiador de reglamento, cuando dispara en la nuca o hace prácticas callejeras, necesita creer que está llevando a cabo esas acciones por la revolución del proletariado, ese proletariado a quién le deja sin motocicleta porque la han quemado, quién sabe si en justo castigo a que la motocicleta es fascista. Ha sido una semana de festejos nupciales en casi toda España. Y el matrimonio funciona. Como funciona el matrimonio gubernamental. Odio y falsedad unidos jamás serán vencidos. A no ser que los demócratas se defiendan, no se queden en casa, y luchen por su libertad. La suya y la de los demás.