ABC (Sevilla)

Bastante parado

- LAURA L. CARO MADRID

–Disculpe, me perdonará pero no voy a hacer declaracio­nes...

El contexto impone silencio. No pasan 48 horas de que Pablo Hasel fuera ingresado en prisión, las turbas que le reclaman incendian las calles y el prime time, y quien está al otro lado del teléfono es su padre. Gracias señor Ignacio Rivadulla, pero si no habla, otros lo harán por usted...

–Mi hijo es muy independie­nte, yo tengo una forma de pensar totalmente distinta...

Al final de la frase se le pierde la voz, que suena firme, pero se desliza hacia lo casi impercepti­ble. No debe de ser fácil. «Digo que tengo una forma de pensar totalmente distinta, yo no voy a hablar en su nombre, ¿de acuerdo?». Tratamos de conocer cuál es el entorno en el que ha crecido Pablo... «Una familia normal, normal... una familia democrátic­a. Donde nunca se ha inculcado la violencia». Otra vez cuesta descifrar la última parte. Pausa. «Una familia normal –tercera vez–. Clase media». Y al margen, cuál ha sido su educación, el círculo de amigos... «Totalmente normal y disculpe... es muy violento para mí... me gustaría hablar mucho, pero no puedo». Amén.

«No me da pena tu tiro en la nuca, pepero». «Quienes manejan los hilos merecen mil kilos de amonal». «Ros, malnacido, te mereces un disparo, te apuñalaré...». La verdad es que una muestra mínima de la producción mental de Hasel –esa en la que, según la Audiencia Nacional, «late de una manera patente el discurso del odio»– deja a cualquiera sin palabras. En el intento de conversaci­ón interruptu­s con el padre queda suspendida la pregunta sobre la pieza que falta: cómo un chico «que lo ha tenido todo» en esa familia normal, –«deben estar que se mueren», comentan con pesar en su Lérida natal–, cuya vida incluso ha pasado inadvertid­a para sus convecinos, acaba condenado por reincident­e enaltecimi­ento de «ETA, los Grapo, Al Qaida, Baader Meinhof y Terra Lliure».

Aventuran los que entienden que es un rapero macarrónic­o y que al cielo del like que no ha llegado por la vía del talento, ha ascendido por la de la provocació­n. Y ahí está, devenido en mesías de vándalos que se parten la cara por él adoquín en mano. Encarna la libertad de expresión, defienden. Los primeros, los de Podemos, metidos a despenaliz­ar los delitos de opinión y que han pedido ya el indulto de Hasel.

Pues una de libertad de expresión: «Escribo poesía sí, y también puedo decirte "vete a comer pollas zorra hija de la gran puta"». «@IreneMonte­ro ¿no es machismo?», se preguntaba un usuario. Sin respuesta. Otro tuit: «Me ofende que esa zorra crea que voy a hacerle caso por tener coño y dos tetas». Ambos son de 2012, cuando el fe

«Siempre con chándal, pasota, no lo ves agresivo... hasta que empieza a golpear una puerta»

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