El Golpe, en el Cesid «¿Que el jefe es Armada?... ¡Qué disparate!»
Sobre el 23-F aún sobrevuelan incógnitas. Para algunos fue una chapuza; para otros, una operación urdida por el poder desde el Cesid... Más allá de las hipótesis, ABC reconstruye cómo se vivieron esas horas decisivas en el servicio de Inteligencia
a escena se produce pasadas las cuatro y media de la madrugada del 24 de febrero de 1981 en Castellana 5, sede del Mando del Cesid. El capitán de Infantería Diego Camacho y otro oficial de su graduación, ambos destinados en la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME), acaban de llegar del Congreso, donde fuerzas de la Guardia Civil, al mando del teniente coronel Antonio Tejero, habían secuestrado al poder Ejecutivo y Legislativo aprovechando el debate de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo. Los dos agentes van a dar novedades a su jefe, el secretario general de la Casa, teniente coronel Javier Calderón, de la información que han recabado en la Cámara Baja las tres horas anteriores. A Calderón lo acompaña el comandante José Luis Cortina, jefe de la AOME, y Juan Alberto Perote, oficial de guardia, que con el tiempo sería condenado por las escuchas del Cesid.
«El jefe es Armada», afirma el capitán Camacho, según relata a ABC. «¡Eso es un disparate!», responde Calderón. «Mi teniente coronel, es una información A-1»; es decir, de la máxima fiabilidad. Tras esa respuesta, le ordena ir a su despacho. «A mí solo, cuando lo lógico es que hubiésemos pasado los
Ldos que habíamos estado en el Congreso para confrontar nuestras versiones. Pero además es que mi compañero era más antiguo, y de entrar uno solo debía haber sido él». Cortina, en cambio, sí está en la cita. El detalle no le pasa por alto al capitán Camacho: «Sabía desde las siete de la tarde que estaba involucrado y desconocía el papel de Calderón. Así que solo les conté las impresiones que recogí entre los sublevados sin hacer referencia a la implicación del centro»...
A las 18.23 de la tarde anterior Ángel Galán, comisario principal de la Policía, jubilado, entonces inspector de primera e investigador de la Brigada de Relaciones Informativas (BRI) del Cesid, hacía unas investigaciones sobre un individuo en las oficinas del DNI de la calle Joaquín María López. «El inspector jefe que mandaba la oficina –relata– me dijo que había tiros en el Congreso... No le creí, pero segundos después recibí una llamada de un mando de la brigada para informarme de lo sucedido y comunicarme la orden de la Jefatura del Centro de que todos nos presentásemos en nuestras unidades. Así lo hice».
«Estaba en mi despacho de la AOME, oía la radio y de pronto escuché los tiros en el Congreso y la voz alterada del locutor... Por supuesto, no sabía de qué iba aquello. Unos minutos después fui a la cocina del chalé en el que estaba la unidad y me llevé mi primera sorpresa: uno de los agentes preparaba bocadillos y bebidas para muchas personas, a pesar de que a diario apenas