Dos obispos, dos enfoques
¿ ónde están las tumbas de los califas cordobeses, algunos de los hombres más poderosos de la Europa de su tiempo? La teoría dice que en la «Rawda» o panteón dinástico, que ocupaba un lugar destacado del Alcázar califal. La realidad es que la arqueología no ha podido desvelar a ciencia cierta dónde se encontraban exactamente esos ente-erramientos y cómo eran lo que se entiende que fueron unas construcciones destacadas para los usos del Islam. ¿Cómo fue el palacio dondee vivieron? ¿Cuáles son sus verdadeross límites?
A finales de 1971, ahora se cumplee medio siglo, el Consejo de Ministros,s, presidido por un Francisco Franco enn decadencia biológica, dio su visto bue-eno a una de las operaciones arqueoló-ógicas más ambiciosas de las que se tie-ene noticia y que pretendía dar respues-sta a esas preguntas. El Estado expropióó la sede del Obispado de Córdoba, el Pa-alacio Episcopal, con el objetivo de des-scubrir lo que el Boletín Oficial del Es-stado llamaba «el palacio de los cali-ifas». Sin miramientos, el Estadoo adquirió de una vez la propiedad queue ha sido la sede del poder eclesiásticoo en la ciudad de Córdoba desde que el poder musulmán se vino abajo.
Hoy, el asunto sería un auténtico es-scándalo. Un Gobierno expropiando laa que ha sido la sede de la Iglesia Católica desde que Fernando III conquistó la ciudad. La Iglesia de la época, en manos del obispo José María Cirarda (un nacionalista vasco moderado que
DArriba, el obispo Infantes Florido, que puso en marcha el programa de recuperación del Palacio Episcopal. Abajo, el prelado Cirarda, bajo cuyo mandato apostólico se efectuó la expropiación y que acogió «con gozo» la noticia estuvostes en la sede de la diócesis en los setenta)et se llegó a agradecer en una cartaa ta aal Ministerio la puesta en marcha de e la adquisición forzosa, lo que indicaica di el estado de las cuentas de la Curia en ese momento. Asumían la decisión,cis dijo, con auténtico «gozo», probablemente ba por la ausencia de recursos re para mantener la que había sido si una propiedad histórica y sede de la diócesis.
El Gobierno hizo efectiva la adquisición si de más de 13.000 metros cuadrados d por algo más de 73 millones de d pesetas de la época. Allí arranca también t una batalla legal que se extendería t hasta 1990, fecha de la sentencia t final del Supremo, y 1994, momento m en que la Junta (que había heredado r las competencias del patrimonio) p y la Iglesia firman el reparto de la propiedad que sigue siendo hoy uno de los lugares de la historia tor de la ciudad por explorar. El Palacio Episcopal ha centrado las inversiones de la Iglesia Católica en Córdoba junto a la Mezquita-Catedral desde que Juan José Asenjo tomó posesión de la silla de Osio. De hecho,