Don Felipe preside hoy un acto en el Congreso
En Valencia, el general Jaime Milans del Bosch tenía los tanques circulando por la ciudad, y en los alrededores de Madrid dos brigadas de la División Acorazada Brunete habían recibido órdenes de dirigirse a la capital.
El Rey abrió una ronda de llamadas a los once capitanes generales, empezando por los más sospechosos de apoyar el golpe, para ordenarles que no sacaran las tropas a la calle o que los devolvieran a los cuarteles. Algunos tardaron horas en ponerse al teléfono, otros dilataron las órdenes de retirada de las tropas. Solo cuatro de ellos se mostraron desde el principio contrarios a la asonada. Los siete restantes decían: «Estoy a las órdenes de
Vuestra Majestad para lo que sea». O, incluso, «obedezco, pero qué ocasión estamos perdiendo». Habría bastado con que algunos hubieran sacado las tropas para que los demás se hubieran animado en un efecto dominó de consecuencias trágicas para España.
Lealtad a la Corona
No fue fácil contener a los capitanes generales, pero al final se impuso la lealtad a la Corona: «El Rey me ordenó parar el golpe del 23-F, y lo paré; si me hubiera ordenado asaltar las Cortes, las asalto», afirmó días después el capitán general de Madrid, Guillermo Quintana Lacaci, que fue asesinado años después por ETA.
Con el mensaje del Rey, que se difundió a la 1.13 horas del 24-F, acabó el intento de golpe, aunque Tejero se rindió horas después
Don Juan Carlos con Suárez, González, Fraga, Carrillo y Rodríguez Sahagún, a los que citó la tarde del 24-F en La Zarzuela
Una vez contenidos la mayoría de los capitanes generales –Milans se rindió de madrugada–, el momento más delicado se produjo a medianoche, cuando Armada propuso acudir al Congreso para ser investido presidente de un Gobierno de salvación nacional, la llamada «solución Armada». El general comentó su plan con La Zarzuela y con el general Gabeiras y ambos le expusieron que si lo hacía era a título personal, al tratarse de una propuesta inconstitucional y contraria a la democracia, ya que la votación se celebraría bajo la presión de las metralletas. Además, se le prohibió utilizar el nombre del Rey. Armada argumentaba que su gestión podía evitar una ma
El Rey presidirá hoy en el Congreso de los Diputados el acto con motivo del 40 aniversario del 23-F, que se celebrará a las 13.00 horas en el Salón de los Pasos Perdidos y al que asistirán las altas autoridades del Estado. Está previsto que el Rey y la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, pronuncien unas palabras. Don Felipe accederá por la Puerta de los Leones y se dirigirá al Escritorio del Reloj para saludar a los invitados: los ponentes de la Constitución, vicepresidentes del Gobierno, el líder del partido de la oposición, los miembros de la Mesa y portavoces de los grupos parlamentarios.
EH Bildu, ERC, Junts, CUP y BNG comparacerán ante la prensa a las 10.45 horas para criticar el acto. tanza en el Congreso.
Sin embargo, fue Tejero quien descartó esa solución nada democrática, aunque el teniente coronel argumentó que él solo aceptaría un Gobierno presidido por Milans del Bosch. Cuando Armada le mostró un papel con los nombres de las personas que formarían su gobierno, Tejero le respondió que él no había dado un golpe para acabar con un gobierno con comunistas.
Mientras tanto, el Rey emitió su mensaje por televisión en el que llamó a «mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente» y envió un télex a Milans en el que le ordenó que desistiera: «Cualquier golpe de Estado no puede escudarse en el Rey, es contra el Rey» y le ordenó «que digas a Tejero que deponga su actitud».
«Tenías razón, Adolfo»
Por la mañana, Armada tuvo que volver al Congreso, reclamado por Tejero para negociar su rendición. Y algunos de los diputados, como el propio Suárez, interpretaron que el general había jugado un papel esencial en la resolución del golpe. Una vez liberado, lo primero que hizo Suárez fue acudir a La Zarzuela y, en cuanto vio al Rey, le dijo: «Me equivoqué respecto a Armada y Su Majestad tenía razón». Pero el Rey le respondió: «No, Adolfo, tenías tu razón. Armada es un traidor».
Años después, uno de los grandes historiadores de las últimas décadas, Ricardo García Cárcel, afirmaba: «Nunca fuimos tan demócratas, nunca fuimos tan constitucionalistas. Nunca fuimos tan felices como al día siguiente» del 23-F, y añadía: «La importancia de aquel día no es que pudo cambiar la historia, sino que la cambió».