Sánchez carga con dureza contra Arrimadas
sus ministros. Pero en su discurso pidió repetidamente «unidad» entre todos los grupos parlamentarios y esta insistencia, en mitad de las negociaciones con el PP y tras los últimos enfrentamientos de la coalición, levantó las suspicacias en Podemos. Su portavoz, Pablo Echenique, advirtió a Sánchez de que «enfrente no hay nadie» y que «no puede haber propuestas que provengan de la foto de Colón». A partir de aquí lanzó un claro aviso al líder socialista: «Sin medidas valientes y eficaces está en juego no solo el futuro de la coalición, sino del país».
Sánchez no lo dejó pasar y aunque se declaró «razonablemente satisfecho» con el resultado de la alianza, instó a Echenique a bajar «los decibelios» del debate público y a «trabajar con más sosiego» y «realismo». Según aseguró, la agenda de ambas formaciones es la misma y a los socialistas también les gustaría poder «hacer más cosas y más rápido». «Hay mucho que aprender», reflexionó, recordando una frase de El Quijote: «La experiencia es la madre de la ciencia».
Echenique renunció a su turno de contrarréplica y fuentes gubernamen
Cualquiera diría ayer al escuchar la réplica del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, a la líder de Ciudadanos (Cs), Inés Arrimadas, que esta acababa de ofrecerle cuatro pactos de Estado frente al coronavirus. Durísimo, el presidente del Gobierno borró de un plumazo la mano tendida de Cs desde que Arrimadas asumió sus riendas en marzo del 2020.
El mimetismo del dirigente socialista con su ‘yo pasado’ fue tal que lo traicionó el subconsciente. «¿De verdad, señoría? ¿Va a hablar de la banda de Sánchez? ¡Pero si eso era de Rivera!», clamó el presidente, levantando risas y aplausos en la bancada socialista. Pero hay un matiz importante: en ningún momento Arrimadas utilizó la expresión acuñada por su antecesor. Lo que sacó de sus casillas al presidente no fue que Bildu acusase a España de ser un país «torturador», sino que Arrimadas repescase de la hetales confirmaron a ABC que la próxima semana se reunirán Pedro Sánchez y el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. Aunque en el Ejecutivo insisten en que la comunicación nunca se ha interrumpido, sí reconocen que desde el arranque del año los encuentros se han reducido. Desde finales del pasado curso las tensiones han sido crecientes ya que Sánchez ha empezado a marcar límites a las exigencias de Iglesias, que lejos de moderar su discurso ha incrementado sus presiones públicas, visibilizando su malestar y acusando a la parte sociameroteca esas conversaciones con Jordi Évole en las que se comprometía a renunciar a «comodidades» como elegir a los vocales del órgano de gobierno de los jueces.
«Hemos visto a dos partidos que, como Pimpinela, discuten mucho en público, pero después de este debate se irán a un despacho oscuro a repartirse a los jueces», dijo Arrimadas. Ya el resto lo añadió Sánchez, quien también denunció el «veto» de Cs al PSOE –levantado antes incluso de que Arrimadas fuese su líder– y sus pactos con la «ultraderecha». Esa misma a la que hace tres semanas Sánchez agradeció su «sentido de Estado» por salvar su decreto sobre los fondos europeos.
«Han perdido treinta escaños en Cataluña y sube a la tribuna como si oyera llover», atacó Sánchez. «Han fallecido 20.000 españoles desde la última vez que vino aquí y es como si oyera llover», contrarrestó Arrimadas, muy crítica con su inacción. lista de no cumplir el acuerdo suscrito. La reunión se afrontará con varios asuntos pendientes de resolver, esencialmente la ley de Vivienda pero también la disputa por las políticas de Igualdad, informa
El exceso de «decibelios» en la coalición no solo preocupa a Pedro Sánchez . El portavoz del PNV, Aitor Esteban, advirtió de que a su grupo le «espanta una política declarativa y la pugna interna». Tras la comparecencia de ayer, Sánchez queda libre de rendir cuentas al Congreso por el estado de alarma hasta finales de abril.
Víctor Ruiz de Almirón.