Al final, efecto secundario
De niñera en Galapagar, a alto cargo de Montero
Iba (o al menos ese era el plan) a presidir la Generalitat echando mano de ERC y Podemos y ha quedado para pedir peras al olmo: la presidencia del Parlament para el PSC
Todo estaba previsto para que Illa y su efecto consiguiesen la carambola perfecta: ganar las elecciones del 14-F y reeditar en Cataluña el pacto con los populistas y ERC. Lo primero lo consiguió pero la tacada le quedó incompleta a Iván Redondo y ahora el que fuera ministro de Sanidad se conforma con plantear que la facción ‘indepe’ deje a los socialistas presidir el Parlament. «¡Qué cosas tiene este Salva! Parece serio pero te tronchas con él...», habrán pensado al escucharle los separatistas, que se pelean entre ellos para hacerse con un puesto que, hoy por hoy, recaería en la CUP, esos extraños antisistema a los que ya se les van haciendo los pies al confortable tacto de la moqueta. Una vez fracase en el intento de hacerse con la Presidencia de la Cámara, que ha sido vital estos años para permitir la trapisonda parlamentaria montada por los separatistas, lo siguiente será presentarse a la investidura para no repetir el error de Arrimadas, que con medio millón de votos más que él (y tres diputados más) no lo hizo, pese a ganar en 2017. Aun sabiendo que está condenado al fracaso, ‘que le quiten lo bailao’, como diría Iceta. Al final, el ‘efecto Illa’ va a quedar en efecto secundario, eso que en el prospecto se dice que puede pasar, pero que nunca termina pasando.