ABC (Sevilla)

«Los andaluces no vamos por ahí de graciosos, sino que vemos la vida con sentido del humor. Es diferente»

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De la humildad de no tomarse demasiado en serio se destila una comedia tremendame­nte culta y a la vez popular. Su estilo, el de Alberto López (A.L) y Alfonso Sánchez (A.S), ya lo conocen. Talento al pie de lo que ocurre en la calle, oreja abierta, drama social que buscándola o no se topa de bruces con la gracia. Este fin de semana, entre el 26 y 28 de febrero, estrenan su última obra en Cartuja Center a las 16 horas: ‘Cosas de niños’.

—Lo que se publique en esta entrevista...

—A.L: Eso es así.

—¿Confunde el público al personaje con la persona?

—A.L: Sí, y es algo genial, aunque hay quien piensa que somos unos siesos. En la feria, le he tenido que decir a alguno que llevo cuatro horas hablando con él y quiero bailar una sevillana con mi mujer. Disculpe, váyase por ahí. Al entrar en un bar, se ríen cuando nos ofrecen dos cervecitas o unas copitas de balón y pedimos agüita con gas, que estamos currando.

—Tengo algún conocido que les ha increpado por la calle. ¿Se hacen los graciosos en su presencia?

—A.L: Eso en Sevilla es un clásico, aunque seas el bedel del cole. Es la forma que tiene el público de acceder a ti, con nerviosism­o y tonterías.

—¿Han sufrido el ego?

—A.S: El ego viene de cuna: hay quien es enorme y no lo tiene, y al contrario. Nosotros lo llevamos bien, aunque depende de lo que te haya sucedido en el día, de tu estado anímico. El problema de tener éxito es obsesionar­te con repetirlo. En la cuerda floja se avanza más. Lo mejor de esta profesión, por otra parte, es la gente a la que conoces. Nosotros estuvimos con Robert Englund, el actor de Freddy Krugger, en un programa con Buenafuent­e. Ese ha sido un encuentro de muchos.

—Esa entrevista tuvo bastantes lecturas ¿Fueron varias veces?

—A.S: Varias no. Fuimos una o ninguna (risas). Es curioso que diez años después nos sigan preguntand­o si fue pactada la charla o no. Que cada cual saque sus conclusion­es...

—No les gusta hablar de comedia antes de que se estrene, ¿no?

—A.L: Hasta que el público no reaccione no sabemos lo que es. Cuando estrenamos ‘Ocho apellidos vascos’, Emilio Martínez Lázaro, el director, se cabreó porque hicieron unas camisetas en las que ponía ‘Una comedia de...’. ‘Cosas de niños’ es un encuentro de dos padres en un colegio y todo lo que eso puede dar de sí. Partamos de ahí.

—¿Costumbris­mo radical mejor?

—A.S: El costumbris­mo bien hecho es una joya de orfebrería. Vivan los Álvarez Quintero, que hacían retratos. La radicalida­d está en dar la patada después de ese retrato.

—Esta vez vienen a Cartuja Center, pero estoy seguro de que habrán actuado en escenarios más inhóspitos.

—A.S: Yo he actuado de soldado en un colegio subido a una mesa con el techo en la nuca. En Almería, hay un teatro con un balcón particular que da al patio de butacas. Y allí están los señores con su cervecita. Eso tiene arte.

—¿Qué ha sido de los cómicos andaluces en el panorama nacional?

—A.S: Aquí las obras dramáticas, aunque no sea su finalidad, están llenas de comedia. ‘La casa de Bernarda Alba’, por ejemplo. No vamos de graciosos, vemos la vida con sentido del humor. Es diferente. Y eso sigue estando en los creadores andaluces.

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