Premios ‘Chico’
En pocos días pasaron a ser celosos inquisidores de todo ‘negacionismo’
Se cumple estos días el primer aniversario de lo que genialmente fue llamado ‘sologripismo’, la insistencia en que la pandemia, ya entre nosotros en febrero de 2020, era poco menos que una gripe y que preocuparse era un acto irracional. Puro alarmismo. Una forma más de oscurantismo.
Televisivamente, esta actitud quedó simbolizada en las inmortales palabras del periodista Lorenzo Milá: «Pero chico, no sé, parece que se extiende más el alarmismo que los datos…».
Como era de esperar, esto le valió a Lorenzo Milá un premio, pues no enterarse de nada suele acercar en España a la gloria periodística. No fue un caso aislado. Los muchos sologripistas de prensa y televisión ahí siguen, prosperando. No piensen que movidos por la deshonra acudieron al cirujano plástico para cambiar de aspecto y mudarse a una cueva de Afganistán. Al contrario. En pocos días pasaron a ser celosos inquisidores de todo ‘negacionismo’, tintado ya de fascismo.
El ‘sologripismo’ tuvo un fuerte componente lacayuno. Era la línea del gobierno, y había que seguirla. ¡Papá Poder y mamá Ciencia! También había un encono ideológico, pues estaba en juego el 8-M, el gran sarao reivindicativo sobre el que se cierra el sistema y su cascada de bicocas.
Pero había también una sincera actitud de inconfundible pedantería. La sospecha y el miedo son emociones reaccionarias, desconfiadas, egoístas. Lo ‘racional’ era vivir sin temor, como suelen aconsejar estos heraldos del librepensamiento. Las televisiones no fueron aquí muy distintas de los ‘expertos’, los políticos y hasta el Colegio de Médicos.
La reacción prudente y preventiva no se correspondía con el tipo humano modelo. Las personas que tenían la mosca detrás de la oreja no pensaban ‘ bien’, eran víctimas de sesgos cognitivos, el peor de todos el prejuicio hacia lo desconocido.
Los efectos de todo esto ahí están, pero no nos dejemos llevar por la ira, el desánimo, o el cansancio que provoca su eterna mamandurria. Para perpetuar el recuerdo, deberíamos instituir unos premios ‘Chico’ que reconozcan cada año las mayores muestras de letalidad periodística.
Unos premios que reconozcan anualmente la mayor muestra de letalidad periodística